lunes, 31 de marzo de 2014

¿Eres capaz de morir riendo?

¿Eres capaz de morir riendo? Si puedes significa que fuiste una persona madura. Si mueres llorando, gritando, apegándote, querrá decir que fuiste un niño. No habías crecido, eras inmaduro. Si mueres gritando, llorando y apegándote a la vida, lo único que demostrará es que estuviste evitando la muerte y también estuviste evitando la vida, con todos sus dolores.

Crecer supone enfrentarse a la realidad, afrontar los hechos, sean los que sean. Y permíteme que te lo repita: el dolor no es más que dolor, no conlleva sufrimiento. El sufrimiento surge de tu deseo de que no haya dolor, de la idea de que hay algo malo en el dolor. Contempla, observa y te sorprenderás. Te duele la cabeza; hay dolor pero no hay sufrimiento.

El sufrimiento es un fenómeno secundario, el dolor es primario. Te duele la cabeza, tienes un dolor; no es más que un hecho. No lo juzgas. No dices que es bueno o malo. No le das ningún valor, no es más que un hecho. La rosa es un hecho, y también lo es la espina. El día es un hecho, y también lo es la noche. La cabeza es un hecho, y también lo es el dolor de cabeza. Simplemente te das cuenta de ello.

Buda enseñó a sus discípulos que cuando tuvieran dolor de cabeza solo tenían que decir: “Dolor de cabeza, dolor de cabeza”. Sé consciente de él, pero no juzgues, no digas: “¿Por qué? ¿Por qué tengo este dolor de cabeza? Esto no debería ocurrirme a mí”. En cuanto dices “no debería” estás provocando sufrimiento. De modo que el sufrimiento lo creas tú, no el dolor de cabeza. El sufrimiento es tu interpretación hostil, el sufrimiento es tu negación de la realidad. En cuanto dices “no debería ser” has empezado a evitarlo, has empezado a alejarte de ello. Te gustaría estar ocupado en algo para poder olvidarte de eso. Pones la radio o la televisión, o te vas a un bar, o empiezas a leer. Te diviertes, te distraes. Si haces eso, no serás testigo de ese dolor; simplemente te distraerás.

Ese dolor será absorbido por tu organismo. Intenta entender profundamente esta clave: si logras ser testigo de tu dolor de cabeza sin adoptar una actitud hostil, sin evitarlo, sin escapar de él; si puedes limitarte a estar ahí, meditativamente ahí —“Dolor de cabeza, dolor de cabeza”—, si consigues limitarte a contemplarlo, el dolor de cabeza desaparecerá cuando llegue el momento. No estoy diciendo que vaya a desaparecer milagrosamente, que por el mero hecho de que lo observes vaya a desaparecer. Desaparecerá cuando llegue su momento. Pero no lo absorberá tu organismo, no envenenará tu organismo. Estará ahí, te darás cuenta de él, y desaparecerá. Será liberado. Cuando eres testigo de algo que te ocurre, impides que entre en tu organismo. Siempre entra cuando lo evitas, cuando escapas de ello. El dolor solo puede formar parte de tu ser cuando estás ausente; si estás presente, tu propia presencia impedirá que forme parte de tu ser. Si puedes seguir dándote cuenta de tus dolores, no los acumularás. Pero no te han enseñado la clave adecuada, así que sigues evitándolos. Eso hace que acumules tanto dolor que tienes miedo de enfrentarte a él, tienes miedo de aceptarlo. El crecimiento se vuelve doloroso; esto se debe a un mal condicionamiento. De lo contrario el crecimiento no es doloroso, sino sumamente placentero.

Osho

Si quieres tener una vida de éxtasis tendrás que aceptar muchos sufrimientos.

El crecimiento es doloroso porque has estado evitando miles de sufrimientos en tu vida. Pero si los evitas no puedes destruirlos, se van acumulando.

Vas tragándote tus sufrimientos y se quedan en tu organismo. Por eso tu crecimiento es doloroso: cuando empiezas a crecer, cuando decides crecer, tienes que enfrentarte a todos los sufrimientos que has reprimido. No puedes dejarlos a un lado. Te han educado de forma equivocada. Desgraciadamente, hasta ahora, no ha existido ni una sola sociedad en el mundo que no reprima el sufrimiento. Todas las sociedades dependen de la represión.

Hay dos cosas que reprimen: una de ellas es el sufrimiento, la otra es el placer. Y si reprimen el placer es también a causa del sufrimiento. Su razonamiento es que si no eres demasiado feliz, nunca serás demasiado infeliz; si se destruye la alegría inmensa nunca sentirás un dolor profundo. Para evitar el dolor, evitan el placer. Para evitar la muerte, evitan la vida.

Sin embargo, en su razonamiento hay algo de cierto. Ambas cosas crecen a la vez; si quieres tener una vida de éxtasis tendrás que aceptar muchos sufrimientos. Si quieres alcanzar las cumbres del Himalaya, tendrás también que cruzar los valles. Pero los valles no tienen nada de malo; tienes que cambiar la forma de enfocarlo.

Puedes disfrutar ambas cosas; la cumbre es maravillosa pero también lo es el valle. Hay momentos en los que deberías disfrutar de la cumbre y hay otros en los que deberías descansar en el valle. La cumbre es soleada, está en constante diálogo con el cielo. El valle es oscuro, pero cuando quieres descansar tienes que ir a la oscuridad del valle. Si deseas llegar a las cumbres, tendrás que echar raíces en el valle; cuanto más profundas sean esas raíces, más alto será el árbol. El árbol no puede crecer sin raíces y las raíces tienen que adentrarse profundamente en el suelo. El dolor y el placer son partes intrínsecas de la vida.

Los hombres tienen tanto miedo al dolor que lo reprimen, evitan las situaciones que producen dolor, están continuamente rehuyéndolo. Y al final se encuentran con que si realmente quieren evitar el dolor tienen que evitar también el placer. Por eso vuestros monjes evitan el placer, porque tienen miedo de él. En realidad, lo que están haciendo es evitar cualquier riesgo de padecer dolor. Saben que si evitan el placer será imposible sufrir un gran dolor; este solo se produce como sombra del placer. De ese modo caminas por la llanura, nunca asciendes a las cumbres ni tampoco desciendes a los valles. Pero entonces entras a formar parte de los muertos vivientes; no estás vivo. La vida se halla entre estos dos polos. Esta tensión entre el placer y el dolor te hace capaz de crear una música maravillosa; la música solo existe en esa tensión.

Destruye la polaridad y serás aburrido, rancio, estarás cubierto de polvo. No hallarás sentido a nada y jamás sabrás qué es el esplendor. Te habrás perdido la vida. El que quiera conocer la vida y vivirla tendrá que aceptar y abrazar la muerte. Ambas van unidas, son dos aspectos de un mismo fenómeno. Esa es la razón de que el crecimiento sea doloroso. Tienes que sumergirte en los dolores que has estado evitando. Y eso es doloroso. Tienes que enfrentarte a todas esas heridas a las que más o menos has conseguido no mirar. Sin embargo, cuanto más profundices en el dolor, más profunda será tu capacidad de ahondar en el placer. Si puedes ahondar hasta el límite del dolor, serás capaz de tocar el cielo.

Una vez me contaron la historia de un discípulo que acudió a un maestro zen y le dijo: “¿Cómo podemos evitar el frío y el calor?”. En sentido metafórico estaba preguntando: “¿Cómo podemos evitar el dolor y el placer?”. Esa es la forma zen de hablar del dolor y del placer, “frío y calor”. “¿Cómo podemos evitar el frío y el calor?” El maestro le respondió: “Experimenta el frío, experimenta el calor”. Para liberarse del dolor hay que aceptar el dolor como un hecho inevitable y natural. El dolor es dolor; un hecho simple y doloroso. Sin embargo, el sufrimiento siempre es la absoluta negación del dolor, la exigencia de que la vida no sea dolorosa. Es el rechazo de un hecho, la negación de la vida y de la naturaleza de las cosas. La muerte es la mente a la que le preocupa morir. Si no tienes miedo a la muerte, ¿cómo vas a morir? El hombre se distingue entre todas las criaturas por su conocimiento de la muerte y por la risa. El milagro es que eso le permite hacer de la muerte algo nuevo: ¡puede morir riéndose! Y solo si eres capaz de morir riéndote demostrarás que has vivido riéndote. La muerte es la declaración final de toda tu vida; la conclusión, la frase final. Tu muerte, tu forma de morir, reflejará el modo en que has vivido.

Osho

¿Por qué debería tener miedo el amor?

El miedo nunca es amor, ya que el amor nunca tiene miedo. No se pierde nada por amor. ¿Por qué debería tener miedo el amor? El amor solo da. No es una transacción económica, así que no puede haber ni ganancias ni pérdidas. El amor disfruta dando al igual que las flores disfrutan exhalando su fragancia. ¿Por qué deberían tener miedo? ¿Por qué deberías tú tener miedo? Recuerda: el miedo y el amor nunca se dan a la vez; no puede ser. No hay coexistencia posible. El miedo es justo lo contrario al amor.

Normalmente, la gente piensa que lo contrario al amor es el odio. Eso no es cierto, en absoluto. Lo contrario al amor es el miedo. El odio es el amor cabeza abajo. Está haciendo el pino pero no es el opuesto del amor. La persona que odia simplemente demuestra que en lo más profundo, todavía ama. El amor se ha vuelto amargo, pero todavía está ahí. El auténtico opuesto es el miedo. El miedo significa que ahora ha desaparecido toda la energía.

El amor se dirige hacia el exterior, sin miedo, hasta llegar a la otra persona, confiando absolutamente en que será bien recibido; y siempre es bien recibido. El miedo supone encogerte en ti mismo, cerrarte sobre ti mismo, tapiar todas las puertas, todas las ventanas para que no pueda llegar hasta ti el sol, el viento, la lluvia; tanto es el miedo que tienes. Estás enterrándote en vida.

El miedo es una tumba, el amor es un templo. En el amor, la vida alcanza la cumbre más alta. En el miedo, la vida desciende hasta el nivel de la muerte. El miedo apesta, el amor es aromático. ¿Por qué vas a tener miedo? Ten miedo de tu ego, ten miedo de tu deseo, ten miedo de tu avaricia, ten miedo de tu deseo de posesión, ten miedo de tus celos; pero no debes tener miedo del amor. ¡El amor es divino! El amor es como la luz. Cuando hay luz, no puede existir la oscuridad. Cuando hay amor, no puede existir el miedo. El amor puede convertir tu vida en una auténtica celebración, pero únicamente el amor; no el deseo, no el ego, no el deseo de posesión, no los celos, no la dependencia.

Osho

Lo que más ama todo el mundo es su libertad.

Los maridos dicen que aman a sus mujeres, pero no es más que dominación. Son celosos, son posesivos, ¿cómo pueden decir que aman? Las esposas no hacen más que decir que aman a sus maridos, pero las veinticuatro horas al día se dedican a hacer de sus vidas un infierno; hacen todo lo posible para convertir al marido en algo feo. Un marido sumiso es algo feo. Y el problema es que primero, la mujer convierte al marido en un marido sumiso y después pierde interés en él, porque ¿quién va a interesarse por un marido sumiso? Resulta despreciable; no parece lo suficientemente hombre.

Primero, el marido intenta reducir a la mujer a una posesión suya, y una vez que la convierte en una posesión, pierde el interés en ella. Tiene su lógica: su único interés era poseer; ahora que ya lo ha conseguido, desea encontrar a otras mujeres para saciar su deseo de posesión.

Ten cuidado con estos mecanismos del ego, porque es probable que te sientas herido, ya que es inevitable que la persona a la que estás intentando poseer haga todo lo posible por rebelarse; es inevitable que sabotee tus trucos, tus estrategias, porque lo que más ama todo el mundo es su libertad. Incluso el amor está por debajo de la libertad; la libertad es el valor supremo. Se puede sacrificar el amor para preservar la libertad, pero no se puede sacrificar la libertad para obtener amor.Y eso es lo que hemos hecho durante siglos: sacrificar la libertad para obtener amor.

Entonces hay rivalidad, hay conflicto, y se aprovecha la menor oportunidad para herir a la otra persona. El amor, en su forma más pura, consiste en compartir la alegría. No pide nada a cambio, no espera nada; de modo que ¿cómo vas a sentirte herido? Cuando no esperas, no hay posibilidad de sentirse herido. Todo lo que venga, será bueno, y si no viene nada, también será bueno. Tu dicha consistía en dar, no en obtener. De ese modo, uno puede amar desde miles de kilómetros de distancia, no hace falta estar físicamente presente. El amor es un fenómeno espiritual; el deseo es un fenómeno físico. El ego es un fenómeno psicológico; el amor es espiritual. Tendrás que aprender el alfabeto del amor.

Tendrás que empezar desde el principio, desde cero; de lo contrario te sentirás herido continuamente. Y recuerda, solo tú puedes ayudarte a ti mismo; no hay nadie más que sea responsable. ¿Cómo va a poder ayudarte otra persona? Nadie más puede destruir tu ego. Si te apegas a él, nadie podrá destruirlo; si has invertido en él, nadie podrá destruirlo. Lo único que puedo hacer es compartir mi conocimiento contigo. Los budas solo pueden mostrarte el camino; después eres tú quien tiene que andar, quien tiene que recorrer el camino. Nadie puede guiarte, llevándote de la mano.

Osho

domingo, 30 de marzo de 2014

NADIE LE DUELE EL AMOR, NUNCA

Y si te parece que el amor te ha hecho daño, la que se siente dolida no es tu capacidad de amar, sino otra cosa. Si no te das cuenta de eso, seguirás caminando en círculos continuamente. Probablemente eso que denominas amor oculta en tu interior muchas cosas carentes de amor; la mente humana es muy astuta cuando se trata de engañar a los demás y también a sí misma. La mente pone etiquetas bonitas a cosas feas, intenta tapar tus heridas con flores. Esta es una de las primeras cuestiones en la que tienes que profundizar si quieres entender qué es el amor. El “amor” tal como se utiliza habitualmente el término, no es amor; es deseo. Y el deseo sin duda te hará daño, porque desear a alguien como si fuera un objeto supone ofender a esa persona. Es un insulto, es violento. Si te diriges a otra persona con deseo, ¿durante cuánto tiempo podrás fingir que es amor?

Superficialmente parecerá amor, pero rasca un poco y verás como debajo se oculta el mero deseo. El deseo es un impulso animal. Contemplar a alguien con deseo supone insultarlo, humillarlo, reducir a la otra persona a una cosa, a un objeto. Nadie quiere ser utilizado; es lo peor que puedes hacerle a alguien. No hay nadie que sea una cosa, no hay nadie que sea un medio para alcanzar un fin. Esta es la diferencia entre deseo y amor. El deseo utiliza a la otra persona para colmar sus apetitos. Te limitas a utilizar a la otra persona y cuando ya has terminado de utilizarla, la tiras. Ya no te sirve, ha cumplido su función. Este es el acto más inmoral que se comete en la existencia: utilizar a los demás como un medio.

El amor es justo lo contrario: supone respetar a la otra persona como un fin en sí misma. Cuando se ama a otra persona como un fin en sí misma, no hay dolor; te sientes enriquecido a través de esa experiencia. El amor enriquece a todas las personas. En segundo lugar, el amor solo puede ser verdadero si tras él no se oculta el ego; de lo contrario, se convierte en un mecanismo del ego. Es una forma sutil de dominar. Hay que ser muy consciente de ello, porque ese deseo de dominar está profundamente arraigado. Nunca se presenta desnudo, siempre se oculta bajo maravillosos ropajes, engalanado.

Los padres nunca dicen que los niños son sus posesiones, nunca dicen que quieren dominar a sus hijos, pero en realidad, eso es lo que hacen. Dicen que quieren ayudarles, dicen que quieren que sean inteligentes, que estén sanos, que sean dichosos, pero —y ese es un gran “pero”—, tiene que ser de acuerdo con sus ideas. Incluso la felicidad de los niños debe decidirse de acuerdo con las ideas de los padres; los niños tienen que ser felices de acuerdo con las expectativas de los padres. Los niños tienen que ser inteligentes, pero al mismo tiempo deben ser obedientes. ¡Es pedir lo imposible! La persona inteligente no puede ser obediente, ya que la persona obediente tiene que perder parte de su inteligencia. La inteligencia solo puede decir sí cuando está profundamente de acuerdo contigo. Yo no puedo decirte sí solo porque seas mayor que yo, porque tengas más poder, porque seas autoritario — un padre, una madre, un sacerdote, un político. Yo no puedo decir sí solo por la autoridad de la que gozas. La inteligencia es rebelde, y ningún padre quiere que sus hijos sean rebeldes. La rebelión irá en contra de su deseo solapado de dominar.

Osho

lunes, 3 de marzo de 2014

Nadie escucha a su corazón.

El camino del amor es más fácil, más optimista, inocente, simple. El camino de la conciencia es un poco arduo. Yo aconsejo el camino de la conciencia a aquellas personas que no pueden amar. Hay personas que no pueden amar, sus corazones se han petrificado. Su educación, su cultura, su sociedad han eliminado toda capacidad de amar, porque este mundo no se rige por el amor, se rige por la astucia. Para tener éxito en este mundo no necesitas amor, necesitas tener un corazón duro y una mente aguda. De hecho, no necesitas en absoluto tener corazón.

En este mundo, las personas de corazón son aplastadas, explotadas, oprimidas. Este mundo está regido por los astutos, los listos, los que no tienen corazón y los crueles. Así que la sociedad está organizada de tal manera que los niños enseguida empiezan a perder su corazón, y su energía se dirige directamente a la cabeza. El corazón se deja a un lado.

Si haces algo y dices: “Lo hice porque era lo que sentía”, todo el mundo se echará a reír: “¿Sentir? ¿Te has vuelto loco? Dime la razón, el motivo de que hagas eso. Sentir no es una razón para hacer nada”.

Incluso cuando te enamoras tienes que encontrar una razón por la que te hayas enamorado: porque la nariz de esa mujer es preciosa, su mirada es muy profunda, su cuerpo está perfectamente proporcionado. Esas no son las razones. Tú no has sumado todas estas razones con tu calculadora antes de decidir que merece la pena enamorarse de esa mujer:

“Enamórate de esa mujer; tiene la longitud de nariz adecuada, el tipo de pelo adecuado, el color adecuado, la proporción de cuerpo adecuada.
¿Qué más quieres?”.

Sin embargo, nadie se enamora de ese modo. Te enamoras. Después, para complacer a todos los idiotas que te rodean y demostrarles que no estás loco, lo calculas todo, y solo entonces das el paso. Es un paso razonable, racional y lógico.
Nadie escucha a su corazón.

Mientras, la mente no hace más que parlotear; es un parloteo tan constante — bla, bla, bla, bla, bla, bla— que aunque el corazón diga algo, nunca llega a ti. No puede llegar. En el bazar de tu cabeza hay tanto ruido que al corazón le resulta imposible, absolutamente imposible hacerse oír.

Poco a poco, el corazón deja de decir cosas. Acostumbrado a ser sistemáticamente desoído, a ser sistemáticamente apartado, se calla.

La cabeza dirige el espectáculo en la sociedad; si no fuera así viviríamos en un mundo totalmente diferente: con más amor, con menos odio, menos guerra, sin ninguna posibilidad de que hubiera armas nucleares. El corazón nunca apoyaría el desarrollo de una tecnología destructiva. El corazón nunca estaría al servicio de la muerte. Es vida: palpita por la vida,
late por la vida.

A causa del condicionamiento impuesto por la sociedad, hay que elegir el método de la conciencia, porque la conciencia parece ser muy lógica y racional. Pero si puedes amar, no hace falta que escojas innecesariamente un camino largo y arduo. El amor es el camino más corto, el más natural; tan fácil que puede recorrerlo incluso un niño pequeño. No hace falta entrenamiento. Naces con esa capacidad, no está corrompido por los demás.

No obstante, el amor debería ser puro, no debería ser impuro.  Te sorprenderá saber que la palabra inglesa para amor, love, proviene de una raíz sánscrita con un significado muy negativo. Proviene de lobh. Lobh significa “avaricia”.

Y el amor común es una especie de avaricia. Por eso hay personas que aman el dinero, que aman las casas; hay personas que aman esto, que aman aquello. Aunque amen a una mujer o a un hombre, solo les mueve la avaricia, quieren poseer todo lo bello. Es un ansia de poder. Seguro que conoces parejas que no hacen más que pelearse, y por cosas tan triviales que ambos se sienten avergonzados: “¡Por qué cosas más tontas nos peleamos!”. En los momentos de silencio, cuando están solos, se preguntan: “¿No me habrá poseído un espíritu maligno? ¡Discutir por una cosa tan tonta, tan insignificante!”. Pero no es una cuestión de insignificancia; es una cuestión de quién tiene el poder, de quién se impone, de quién lleva la voz cantante.  El amor no puede existir en esas circunstancias.

Osho

El amor auténtico es tan incierto como tu vida.

El amor es la única religión, el único Dios, el único misterio que hay que vivir, que hay que entender. Una vez que comprendes el amor comprendes a todos los sabios y a todos los místicos del mundo. No es difícil. Es algo tan simple como los latidos de tu corazón o como tu respiración. 

Es algo innato en ti, no es algo que te dé la sociedad. Y aquí es donde quiero hacer hincapié: el amor surge cuando naces, pero, evidentemente, está sin desarrollar, como todo lo demás. El niño tiene que crecer.

La sociedad se aprovecha de esa laguna. El amor del niño necesitará tiempo para crecer; mientras tanto, la sociedad no hace más que condicionar la mente del niño con ideas sobre el amor que son falsas.

Cuando llega el momento en el que estás preparado para explorar el mundo del amor, estás tan lleno de tonterías acerca de él que no tienes muchas posibilidades de encontrar el amor auténtico y desechar el falso.

Por ejemplo: siempre y en todas partes se ha dicho a los niños que el amor es eterno; una vez que amas a una persona, la amas para siempre. Si amas a una persona y posteriormente sientes que ya no la amas, significa que nunca la amaste. Pero esta idea es muy peligrosa. Te inculca la creencia de un amor permanente, pero en la vida no hay nada permanente. Las flores florecen por la mañana y por la tarde desaparecen.

La vida es un flujo continuo: todo cambia, se mueve. No hay nada estático, nada es permanente. Te han inculcado la idea de que el amor es permanente, y eso destruirá toda tu vida. 

Esperarás un amor permanente de una mujer, y la mujer esperará un amor permanente de ti.  El amor se vuelve secundario, la permanencia se convierte en lo principal.

Pero el amor es una flor tan delicada que no puedes forzarla a ser permanente. Puedes tener flores de plástico; eso es lo que tiene la gente: matrimonios, familia, niños, parientes, todo es de plástico. El plástico tiene una cualidad muy espiritual: es permanente. El amor auténtico es tan incierto como tu vida. No puedes afirmar que mañana sigas aquí. Ni siquiera puedes afirmar que sobrevivirás al momento siguiente. Tu vida está continuamente cambiando: de la infancia a la juventud, a la madurez, a la ancianidad, a la muerte; está continuamente cambiando.

Osho

En la vida todo cambia y el cambio es maravilloso;

No pienses que el amor tiene que ser permanente; de ese modo tu vida será más bella, porque sabrás que hoy estáis juntos pero que quizá mañana tengáis que separaros.

El amor llega a tu hogar como una brisa fresca y fragante, lo llena de frescor y de fragancia, permanece allí mientras la existencia se lo permite, y después se va. No deberías intentar cerrar todas las puertas porque en tal caso, esa misma brisa fresca se convertirá en un aire totalmente viciado. En la vida todo cambia y el cambio es maravilloso; te proporciona cada vez más experiencia, más conciencia, más madurez.


Osho

sábado, 1 de marzo de 2014

El amor no es un aprendizaje sino un crecimiento.

El amor no se puede aprender, no se puede cultivar. El amor cultivado no será amor. No será una rosa auténtica, será una flor de plástico.

Cuando aprendes algo, significa que proviene de fuera; no procede de un crecimiento interior. Y para que el amor sea auténtico y real debe ser fruto de tu crecimiento interior.

El amor no es un aprendizaje sino un crecimiento. Lo que necesitas no es aprender los caminos del amor sino desaprender los caminos del desamor. Hay que eliminar los estorbos, hay que destruir los obstáculos; entonces el amor será tu ser natural y espontáneo. Una vez que se hayan eliminado los obstáculos, que se hayan apartado las rocas del camino, comenzará a fluir. Ya está ahí; oculto detrás de muchas rocas, pero el manantial del amor ya está ahí. Es tu propio ser.

Osho

Da, sin condiciones; entonces sabrás qué es el amor.

Primero libérate de tus padres. Al liberarte de tus padres te liberas de la sociedad; al liberarte de tus padres, te liberas de la civilización, de la educación, de todo, porque tus padres representan todo eso. Te conviertes en un individuo. Por primera vez en tu vida ya no formas parte de la masa, tienes una auténtica individualidad. Vives por tu cuenta. En eso consiste la madurez. Así es como debería ser la persona madura.

Una persona madura es aquella que no necesita padres. Una persona madura es aquella que no necesita a nadie a quien apegarse o en quien apoyarse. Una persona madura es aquella que es feliz con su soledad; su soledad es una canción, una celebración. Una persona madura es aquella que puede sentirse feliz consigo misma. Su soledad no es aislamiento, su alejamiento; es un retiro, es meditativo.

Un día tuviste que salir del vientre de tu madre. Si hubieras permanecido allí más de nueve meses habrías muerto; no solo tú, también habría muerto tu madre. Un día tuviste que salir del vientre de tu madre; después, llegó un día en el que tuviste que salir del entorno de tu familia, otro vientre, para ir al colegio. Después, llegó otro día en el que tuviste que salir del entorno de tu colegio, otro vientre, para ir a un mundo más vasto. Pero en lo más profundo sigues siendo un niño. ¡Sigues permaneciendo en el vientre! Hay infinidad de capas en el vientre y hay que romper ese vientre.

Esto es lo que en Oriente hemos denominado el segundo nacimiento. Una vez que logras nacer por segunda vez te liberas totalmente de las huellas paternas. Y lo bello es que solo entonces la persona siente agradecimiento hacia los padres. La paradoja es que esa es la única persona que puede
perdonar a sus padres. Siente compasión por ellos y los ama, se compadece de ellos porque ellos también han sufrido mucho. No está enfadada, en absoluto. Puede que tenga lágrimas en los ojos, pero no está enfadada, y hará todo lo posible por ayudar a sus padres a dirigirse a esa plenitud de soledad, a ese grado de soledad.

En primer lugar: conviértete en un individuo. En segundo lugar: no esperes la perfección, no la requieras ni la exijas. Ama a la gente corriente.  La gente corriente no tiene nada de malo. ¡La gente corriente es extraordinaria! Cada ser humano es único; respeta esa unicidad.

En tercer lugar: da, sin condiciones; entonces sabrás qué es el amor. Yo no puedo definirlo. Tan solo puedo mostrarte el camino para que lo cultives. Puedo enseñarte a plantar un rosal, a regarlo, a fertilizarlo, a protegerlo. Entonces, un día, inesperadamente, nacerá la rosa, y tu hogar se llenará con su fragancia. Así es como ocurre el amor.

Osho

El amor no es un negocio, así que deja de ser un negociante.

Observa a las personas, fíjate que lo dan todo por descontado. Cuando tu mujer te prepara la comida nunca se lo agradeces.  No estoy diciendo que tengas que verbalizar tu agradecimiento, pero deberías demostrarlo con la mirada. En cambio, no te molestas en hacerlo, lo das por descontado; ese es su trabajo. ¿Quién te ha dicho eso?

Cuando tu marido sale a ganarse el sueldo tú nunca se lo agradeces. No sientes ninguna gratitud. “Eso es lo que tiene que hacer un hombre” Así es como piensas. ¿Cómo va a crecer el amor? El amor necesita una atmósfera de amor. El amor necesita una atmósfera de gratitud, de agradecimiento. El amor necesita una atmósfera de no-exigencia, de noexpectación.

Esta es la segunda cosa que hay que recordar.
la tercera cosa es: en vez de pensar en cómo recibir amor, empieza a darlo. Si das, recibirás. No existe otra manera. La gente está más interesada en cómo conseguir y recibir. Todo el mundo está interesado en recibir y parece que nadie disfruta dando. La gente da de muy mala gana; cuando dan, lo hacen para obtener algo a cambio, son como negociantes.

Es una negociación. Solo quieren asegurarse de que obtienen más de lo que dan; en tal caso es un buen trato, un buen negocio. Y la otra persona está haciendo lo mismo.

El amor no es un negocio, así que deja de ser un negociante. De lo contrario desperdiciarás tu vida y el amor, y todo lo que hay de bello en élporque lo que es bello no tiene nada que ver con los negocios. Los negocios son la cosa más horrible que hay en el mundo, aunque sea un mal necesario; pero la existencia desconoce completamente los negocios.

El árbol florece, no es un negocio; las estrellas brillan, no son un negocio, y no tienes que pagar por ello ni nadie te exige nada a cambio. Un pájaro se posa en la puerta de tu casa y entona una melodía, pero no te pedirá un certificado ni ninguna muestra de agradecimiento. Una vez entonada la melodía, se irá volando feliz, sin dejar ninguna huella.
Así es como crece el amor. Da sin esperar a ver cuánto recibes. Sí, llega, y multiplicado por mil, pero lo hace de forma natural Llega por sí solo, no hace falta exigirlo. Cuando lo exiges, no llega. Una vez que lo exiges, lo has matado. Así que da. Comienza a dar.

Osho

Para fluir y crecer en el amor no es necesaria la perfección.

Tú ni siquiera entiendes el amor que es posible en ti, de modo que no serás capaz de entender el amor de Buda, o el amor que fluye desde un Lao Tzu hacia ti; no serás capaz de entenderlo.

En primer lugar tienes que entender el amor que nace como un fenómeno natural. Ni siquiera has logrado eso. Primero tienes que entender el natural, después el trascendental. Así que lo segundo que debes recordar es que nunca busques al hombre perfecto o a la mujer perfecta. Esta también es una idea que te han inculcado; que a menos que encuentres al hombre o a la mujer perfecta, no serás feliz. De modo que continúas buscando la perfección, pero como no la encuentras, eres infeliz.

Para fluir y crecer en el amor no es necesaria la perfección. El amor no tiene nada que ver con la otra persona. La persona amorosa, sencillamente ama, al igual, que la persona viva, respira, bebe, come y duerme. Exactamente del mismo modo, la persona realmente viva, la persona amorosa, ama. No dices: “No voy a respirar a menos que haya un aire perfecto, libre de contaminación”. Sigues respirando en Los Ángeles, sigues respirando en Bombay. Sigues respirando en todas partes, aunque el aire esté contaminado, envenenado. ¡Sigues respirando! No puedes permitirte no respirar por el mero hecho de que el aire no sea como debería ser. Si tienes hambre, comes algo, lo que sea. Si te estás muriendo de sed en el desierto, beberás cualquier cosa. No te obstinarás en pedir una Coca-Cola, cualquier cosa valdrá; cualquier bebida, simplemente agua, incluso agua sucia. Hay personas que se han bebido su propia orina.

Cuando alguien se está muriendo de sed no se preocupa por lo que bebe, beberá cualquier cosa con tal de saciar la sed. Hay personas que, en el desierto, han matado a sus camellos para beber agua, ya que estos almacenan agua en su interior. Eso suponía un peligro, ya que entonces tendrían que caminar muchos kilómetros. Pero tenían tanta sed que para ellas lo primero era lo primero; primero el agua, de lo contrario morirían.

Por mucho que conservaran el camello, ¿qué iban a hacer sin agua? El camello únicamente llevaría un cadáver a la ciudad más próxima, porque sin agua morirían.

La persona viva y amorosa sencillamente ama. El amor es algo natural.  Por tanto, la segunda cosa que debes tener en cuenta es no buscar la perfección; si lo haces, el amor no fluirá en ti. Al contrario, te volverás poco afectuoso. Las personas que exigen la perfección son personas muy poco afectuosas; son neuróticas. Aunque encuentren a un amante, exigen la perfección, y esa exigencia destruye el amor.

En cuanto un hombre ama a una mujer o una mujer ama a un hombre, inmediatamente entra en juego la exigencia. La mujer empieza a exigirle al hombre que sea perfecto, solo porque la ama. ¡Como si hubiera cometido un pecado! Ahora tiene que ser perfecto, tiene que superar todas sus limitaciones. ¿Así de repente? ¿Solo por esta mujer? ¿Ahora ya no puede seguir siendo humano? O se convierte en un ser sobrenatural o es un farsante, un falso, un fraude.

Naturalmente, es muy difícil convertirse en alguien sobrenatural, por eso las personas se convierten en fraudes. Empiezan a fingir, a actuar y a engañar. En nombre del amor, la gente solo engaña. Así que la segunda cosa que hay que recordar es que nunca hay que exigir la perfección. No tienes derecho a exigir nada a nadie. Si alguien te ama, siéntete agradecido, pero no le exijas nada, porque la otra persona no tiene la obligación de amarte. Si alguien te ama, es un milagro. Siéntete emocionado por ese milagro.

Pero las personas no están emocionadas. Destruirán cualquier posibilidad de amor por pequeñeces. No están muy interesadas en el amor ni en la alegría que este conlleva. Están más interesadas en otras cosas relativas a su ego.

Interésate por tu alegría. Interésate totalmente por tu alegría; interésate únicamente por tu alegría. Todo lo demás es no-esencial. Ama; de forma natural, al igual que respiras. Y cuando ames a una persona, no empieces a exigirle cosas, porque estarás cerrando las puertas desde el principio.

No esperes nada. Si algo te llega en el camino, siéntete agradecido. Si no llega nada es porque no hace falta que llegue, no hay necesidad de que llegue. No debes esperarlo.

Osho

La gente no hace más que repetir; son imitadores. El ser humano es un mono amaestrado.

El amor solo crece con amor. El amor necesita un entorno de amor; esta es la idea fundamental que hay que recordar. Solo en un entorno de amor crece el amor; necesita la misma vibración a su alrededor. Si la madre ama, si el padre ama —no solo al niño, si ellos también se aman, si en el hogar hay una atmósfera en la que se respira el amor— el niño empezará a vivir como un ser amoroso, y nunca hará la pregunta: “¿Qué es el amor?”.

Lo sabrá desde el principio, se convertirá en sus cimientos.  Sin embargo, no es así como ocurre. Es una pena, pero hasta ahora no ha ocurrido. Los niños aprenden las costumbres de sus padres; sus peleas, sus conflictos. No tienes más que observarte a ti mismo. Si eres una mujer, fíjate; puede que estés repitiendo casi de forma idéntica el modo en que se comportaba tu madre. Obsérvate cuando estás con tu novio o
con tu marido. ¿Qué es lo que haces? ¿No estás repitiendo un patrón? Si eres un hombre, fíjate. ¿Qué es lo que estás haciendo? ¿No te estás comportando justo como hacía tu padre? ¿No estás haciendo las mismas tonterías que él solía hacer? En cierta ocasión te sorprendiste —“¿Cómo puede hacer esto mi padre?”— y ahora tú estás haciendo lo mismo. 

La gente no hace más que repetir; son imitadores. El ser humano es un mono amaestrado. Estás repitiendo lo que hacía tu padre o tu madre, hay que detener eso. Solo entonces sabrás qué es el amor, de lo contrario seguirás estando corrompido.

Yo no puedo definir lo que es el amor porque no existe una definición del amor. Es una de esas cosas indefinibles como el nacimiento, como la muerte, como Dios, como la meditación. Es una de esas cosas indefinibles; yo no puedo definirlo. No puedo decir: “esto es amor”. No puedo mostrártelo. No es un fenómeno visible. No se puede diseccionar, no se puede analizar; solo se puede experimentar, y únicamente a través de la experiencia puedes saber qué es. Sin embargo, puedo indicarte el camino para experimentarlo.

El primer paso es: libérate de tus padres. Y con ello no quiero decir que les faltes el respeto, no. Yo sería la última persona que pediría eso.

Tampoco quiero decir que debas liberarte de tus padres físicamente; me refiero a que te liberes de las voces paternales que hay en tu interior, del programa que hay en tu interior, del disco grabado en tu interior. Elimina todo eso,.. y te sorprenderás al ver que si te liberas de tus padres en lo más profundo de tu ser, serás libre. Por primera vez sentirás compasión por tus padres, de lo contrario, no podrás; seguirás estando resentido.

Todo el mundo está resentido con sus padres. ¿Cómo no vas a estarlo cuando te han hecho tanto daño? Pero no te han hecho daño a propósito; te deseaban todo el bien, querían a toda costa procurarte bienestar, pero ¿qué podían hacer? No por querer algo, ocurre. Las cosas no ocurren solo por desearlas. Es verdad que te deseaban lo mejor, no hay duda: todo padre quiere que su hijo disfrute de todas las alegrías de la vida. Pero ¿qué pueden hacer? Ellos mismos no han tenido ninguna alegría. Son robots y, a sabiendas o sin saberlo, consciente o inconscientemente, crearán una atmósfera en la que tarde o temprano sus hijos se convertirán
en robots.

Si quieres convertirte en un ser humano y no en una máquina, libérate de tus padres. Pero tendrás que estar atento. Es una tarea difícil, ardua; no puedes hacerlo instantáneamente. Tendrás que tener mucho cuidado con tu comportamiento. Debes estar pendiente y observar en qué momento tu madre está ahí, actuando a través de ti; en ese momento tienes que detenerte, alejarte. Haz algo completamente nuevo que tu madre ni siquiera habría imaginado. Por ejemplo, si tu novio está contemplando a otra mujer con una mirada de admiración, observa cómo reaccionas.

¿Estás haciendo lo mismo que habría hecho tu madre si tu padre hubiera contemplado a otra mujer con admiración? Si haces eso no sabrás nunca qué es el amor, no harás más que repetir la historia. Será el mismo acto interpretado por distintos actores; el mismo acto rancio repetido hasta la saciedad. No seas un imitador, sal de ahí. Haz algo nuevo. Haz algo que tu madre no habría imaginado siquiera. Algo nuevo que tu padre ni siquiera habría imaginado. Tienes que llevar esta novedad a tu ser, entonces empezará a fluir el amor.

Así que la primera cosa esencial es liberarte de tus padres.
La segunda es la siguiente: la gente cree que solo podrá amar cuando encuentre una pareja digna; ¡qué estupidez! Nunca la encontrarás. La gente cree que solo amará cuando encuentre al hombre perfecto o a la mujer perfecta. ¡Qué estupidez! Nunca lo encontrarás porque no existen ni la mujer ni el hombre perfecto. Y si existieran, no se preocuparían por tu amor. No les interesaría.

Osho