lunes, 8 de julio de 2013

Tienen que hacerte miedoso e inestable.

Hay que ser muy pacientes con los niños, tener cuidado de no decir nada que obstaculice el surgir de su inteligencia, para no obligarlos a ser cristianos, hindúes o musulmanes.  Se necesita una paciencia infinita.  Un buen día ocurre el milagro, cuando el niño empieza a preguntarse.  No le des respuestas ya hechas.  Estas respuestas no sirven de nada; son absurdas.  Debes ayudarle a ser más inteligente.  En lugar de ofrecerle respuestas, ofrécele situaciones y retos, de modo que se agudice su inteligencia y planteé preguntas más profundas; así las preguntas llegarán al centro mismo, se convertirán en cuestiones de vida o muerte.

Pero eso no se permite.  Los padres tienen miedo, y también la sociedad.  Si se permiten que los niños sean libres, ¿quién sabe? Quizá no vuelvan a redil al que pertenecían los padres, quizá no vayan nunca a la iglesia, católica, protestante o la que sea.  ¿Quién sabe qué puede ocurrir cuando sean inteligentes por sí mismos? Ya no estarán bajo tu control, y esta sociedad utiliza una política cada vez más complicada para controlar a todo el mundo, para poseer el alma de todo el mundo.


Por eso, lo primero que tienen que hacer es destruir la confianza: la confianza del niño en sí mismo, la seguridad en sí mismo.  Tienen que hacerte miedoso e inestable.  Si tiembla, se le puede controlar, mientras que si tiene confianza es incontrolable, tratará de imponerse y de seguir su camino.  No querrá seguir el camino de otros.  Realizará su propio viaje y no satisfará los deseos de viajar de otros.  No será un imitador ni una persona aburrida, muerta.  Tendrá tanta vida, tal pulsión de vida, que nadie podrá controlarlo.


Si destruyes su confianza, le castras.  Le arrebatas su poder, y así siempre será impotente y necesitará a alguien que le domine, le dirija y le dé órdenes.  Será buen soldado, buen ciudadano, buen nacionalista, buen cristiano, musulmán o hindú.


Sí, será todo eso, pero no un verdadero individuo.  No tendrá raíces, vivirá desarraigado toda su vida.  Y vivir sin raíces significa llevar una vida desgraciada, infernal.


Osho


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