miércoles, 7 de mayo de 2014

Todo aquello que destruya la libertad no es amor.

Cuando dos personas aisladas se unen, su aislamiento se duplica, o incluso se multiplica. Eso es lo que ocurre normalmente. Cuando estás solo te sientes aislado y cuando mantienes una relación te sientes infeliz. Esta es una observación cotidiana.

Cuando uno no está manteniendo ninguna relación se siente solo, y busca a alguien con quien relacionarse. Cuando mantiene una relación con otra persona, empieza el sufrimiento; empieza a sentir que estaba mejor solo; esto es insoportable. ¿Qué es lo que ocurre? Dos personas aisladas —es decir, dos personas deprimidas, tristes, infelices— se encuentran y la infelicidad se multiplica. ¿Cómo pueden dos fealdades volverse bellas? ¿Cómo pueden dos aislamientos reunidos provocar una sensación de plenitud? Es imposible. Se aprovechan el uno del otro, en cierto modo intentan engañarse a sí mismos relacionándose con la otra persona, pero ese engaño no llega muy lejos. Una vez que ha terminado la luna de miel también se termina el matrimonio. No es más que una ilusión temporal.

El auténtico amor no es una búsqueda para combatir la soledad. El auténtico amor consiste en transformar el aislamiento en soledad, en ayudar a la otra persona. Si amas a una persona, la ayudas a estar sola. No intentas llenarla. No intentas completar a la otra persona con tu presencia. La ayudas a estar sola, a estar tan llena de sí misma o de su propio ser que no te necesite.

Cuando una persona es completamente libre, puede compartir; es el fruto de esa libertad. Entonces da mucho, pero no es una necesidad; da mucho, pero no supone una negociación. Da mucho porque tiene mucho. Da porque disfruta dando. Los amantes están solos, y un verdadero amante nunca destruye tu soledad. Siempre será totalmente respetuoso con tu individualidad, con tu soledad. Es sagrada. No interferirá en ella, no intentará entrometerse en ese espacio.

Sin embargo, normalmente, los amantes, los denominados “amantes”, tienen mucho miedo a la soledad de la otra persona, a su independencia. Tienen miedo porque creen que si la otra persona es independiente, no les necesitará, se deshará de ellos. Así que la mujer no hace más que intentar controlarlo todo para que su marido o su novio siga siendo dependiente. Tiene que necesitarla siempre, para que ella siga siendo valiosa. Y el hombre no hace más que intentar lo mismo por todos los medios posibles, para que siga siendo valioso. El resultado es una transacción, no es amor, y hay luchas y peleas continuas.

La lucha se establece porque todo el mundo necesita libertad. El amor permite la libertad; no solo la permite, sino que la refuerza. Todo aquello que destruya la libertad no es amor. Será otra cosa. El amor y la libertad van juntos, son dos alas de un mismo pájaro. Siempre que veas que tu amor va en contra de tu libertad, debes saber que estás haciendo otra cosa en nombre del amor. Permite que este sea tu criterio a seguir: la libertad es el criterio; el amor te da libertad, te hace libre, te libera. Y una vez que eres totalmente libre, te sientes agradecido a la persona que te ha ayudado. Ese agradecimiento es casi religioso. Sientes que en la otra persona hay algo divino. Él te ha hecho libre, ella te ha hecho libre, y el amor no se ha convertido en posesión.

Cuando el amor se deteriora se convierte en posesión, celos, lucha por el poder, política, dominación, manipulación; mil cosas, todas ellas horribles. Cuando el amor se eleva a las alturas, al cielo más puro, es libertad, libertad absoluta.

Osho

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