jueves, 6 de junio de 2013

los pensamientos no poseen vida propia. Son parásitos; viven gracias a tu identificación con ellos.

Cuando una persona alcanza el estado de la no mente, nada puede distraerla de su ser.  No hay mayor fuerza que la fuerza de la no mente.  A una persona así no se le puede hacer ningún daño, porque en su interior no pueden surgir ni los celos, ni la codicia, ni la ira, ni ningún compromiso, nada.  La no mente es un cielo completamente despejado, sin nubes.

Existe una ley intrínseca: los pensamientos no poseen vida propia.  Son parásitos; viven gracias a tu identificación con ellos.  Cuando dices "estoy enfadado", estás aportando energía vital a la ira, porque te identificas con la ira.  Pero cuando dices "veo que la ira está lanzando destellos en la pantalla de mi mente" no le das vida ni energía a la ira.  Lo comprenderás porque haz dejado de identificarte, la ira se ha vuelto impotente, no tiene ningún efecto sobre ti, no te cambia, no te afecta.  Es algo totalmente hueco, muerto.  Es algo que pasará y dejará el cielo despejado y la pantalla de la mente vacía.

Osho

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