viernes, 17 de enero de 2014

Estar bajo el influjo de otros significa ser psicológicamente esclavo.

HAS DE RECORDAR ALGO FUNDAMENTAL: que tu mente no es tu mente. Es algo que te ha implantado la sociedad en la que por casualidad has nacido. Si naciste en un hogar cristiano pero te hubieran trasladado inmediatamente a una familia musulmana, no tendrías la misma mente, sino una completamente distinta, que no puedes ni imaginarte.

Bertrand Russell, uno de los mayores genios de nuestra época, intentó con todas sus fuerzas librarse de la mente cristiana, no porque fuera cristiana, sino porque se la habían impuesto. Quería tener su propia visión de las cosas, una visión nueva. No quería verlas con las gafas de otros; deseaba entrar en contacto con la realidad de una forma inmediata y directa, tener su propia mente.

De modo que no se trataba de enfrentarse a la mente cristiana, porque si hubiera sido hindú habría hecho lo mismo, o si hubiera sido musulmán o comunista.
Lo que se plantea es si la mente es tuya o si te la han implantado otros, porque los demás te implantan una mente que no te sirve a ti, sino a los propósitos de esas otras personas.

Los padres, los profesores, los sacerdotes, el sistema educativo te preparan para que tengas una mente determinada, y pasas toda la vida con esa mente. Es una vida
prestada, y por eso hay tanto sufrimiento en el mundo, porque nadie vive con autenticidad, nadie vive su propio ser, sino que obedece las órdenes que le han implantado.

Bertrand Russell lo intentó con todas sus fuerzas y escribió un libro titulado Por qué no soy cristiano, pero en una carta a un amigo decía lo siguiente: «Aunque he escrito el libro, aunque no creo ser cristiano y he abandonado esa idea, en el fondo... Un día me pregunté: "¿Quién es el hombre más importante de toda la historia?".

Racionalmente sé que es Buda Gautama, pero no podría situarlo por encima de Jesucristo.

»Ese día tuve la sensación de que todos mis esfuerzos habían sido inútiles. Sigo siendo cristiano. Racionalmente sé que no existe comparación posible entre Jesucristo y Buda Gautama, pero es algo puramente racional. Emocional, sentimentalmente, no puedo situar a Buda Gautama por encima de Jesucristo. Jesucristo permanece en mi inconsciente, sigue afectando a mis actitudes, mis puntos de vista, mi conducta. El mundo piensa que ya no soy cristiano, pero yo sé que no es así... ¡Me parece tan difícil librarme de esta mentalidad...! ¡Con qué perspicacia y con qué habilidad la han desarrollado!»

Y es un proceso largo, en el que nunca pensamos. Una persona vive como mucho setenta y cinco años, y se pasa veinticinco en colegios y universidades, es decir, dedica una tercera parte de su vida a cultivar su mente, un determinado tipo de mente.

Bertrand Russell fracasó porque no sabía cómo librarse de ella. Lo intentó, pero dando palos de ciego.
Existen ciertos métodos de meditación que pueden alejarte de la mente, y entonces resultará muy fácil que desees librarte de ella, pero es imposible librarte si en primer lugar no te has separado de ella, porque ¿quién va a abandonar a quién?

Bertrand Russell luchaba con la mitad de su mente contra la otra mitad, y ambas eran cristianas... Es imposible.
Pero la sociedad quiere que seas una copia, no el original.

La estrategia para crear en ti una mente consiste en repetir ciertas cosas continuamente, y cuando una mentira se repite continuamente acaba siendo una verdad. Acaba olvidándose que al principio era una mentira.

Hitler empezó contándole una mentira al pueblo alemán, que los judíos eran la causa de sus desdichas y sus sufrimientos. Es absurdo, tanto como si alguien dijera que el sufrimiento de todo un país se debe a las bicicletas y que si las destruimos todas desaparecerá el sufrimiento.

En realidad, los judíos eran como la columna vertebral de Alemania, porque habían creado toda la riqueza de ese país. Y no tenían otra nación, de modo que la nación en la que vivieran era la suya. No tenían otra alternativa; no podían traicionar a nadie, y habían hecho las mismas cosas que el resto de los alemanes por el bienestar del país.

Pero Hitler dice lo siguiente en su autobiografía: «Da lo mismo lo que se diga, porque la verdad no existe. La verdad es una mentira repetida tantas veces que se llega a olvidar que es mentira». De modo que, según Hitler, la única diferencia entre la verdad y la mentira es que la mentira es nueva y la verdad vieja; no existe otra diferencia. Y parece que Hitler lo sabía bastante bien.

Por ejemplo, el cristianismo, el hinduismo y el islamismo... Estas tres religiones no paran de repetir: «Hay un Dios». El jainismo, el budismo y el taoísmo, otras tres religiones, dicen lo siguiente: «No hay ningún Dios». El primer grupo de religiones está dominado por cierta mentalidad, y toda su vida invadida por la idea de Dios, el infierno, el cielo, la oración. El segundo grupo de religiones no tiene oración, porque no hay a quien orar, porque para ellas no existe un Dios y, por tanto, la pregunta ni se plantea.

Medio mundo es comunista, no cree en el alma humana y a los niños se les repite sin cesar que el hombre es materia, que cuando muere, simplemente muere y nada más, que nada permanece, que el alma no existe, y que la conciencia es un derivado.

Media humanidad repite lo mismo, como si fuera la verdad.
No se puede acusar a Hitler de afirmar cosas completamente absurdas. Parece cierto que si se repite a la gente lo mismo una y otra vez, poco a poco empieza a creérselo. Y cuando lleva siglos enteros repitiéndose, se convierte en una especie de herencia.

Tu mente no es tuya. Tampoco es joven, porque tiene siglos de antigüedad: tres mil, cinco mil años. Por eso toda sociedad teme suscitar dudas sobre la mente.
Y en eso consiste mi delito, que yo suscito dudas sobre tu mente, que deseo que comprendas que no es tu mente y que tu búsqueda debe centrarse en encontrar tu propia mente. 

Estar bajo el influjo de otros significa ser psicológicamente esclavo. Y la vida no es para la esclavitud, sino para probar la libertad.

La verdad existe, pero con esta mente nunca podrás conocerla, porque esta mente está llena de mentiras, de mentiras que llevan repitiéndose desde hace siglos. Puedes encontrar la verdad cuando abandonas por completo esta mente y miras la existencia con nuevos ojos, como un recién nacido. Entonces, todo lo que experimentas es verdad, y si te mantienes continuamente alerta para no permitir que los demás no interfieran en tu crecimiento interno, llega un momento en el que te armonizas tanto con la existencia, que te haces uno con ella.

Solamente esta experiencia se puede denominar experiencia religiosa. No tiene nada que ver con el judaísmo, ni con el cristianismo, ni con el hinduismo.

Cuando sientes la existencia de una forma inmediata, sin mediadores, sin una mente que te haya sido impuesta por otros, pruebas algo que te transforma, que te ilumina, que te transporta a la más alta cima de la conciencia.

Osho

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