lunes, 20 de enero de 2014

La mente es fascista y busca continuamente líderes, alguien que dirija.

Todo el mundo encuentra su propio fascismo, su propio
nazismo, su propio Hitler, Todo el mundo.

La mente es fascista y busca continuamente líderes, alguien que dirija.  El mundo entero se sorprendió cuando Alemania cayó en la trampa de Adolf Hitler.  Nadie daba crédito; era casi ilógico. Un pueblo tan hermoso, con tal tradición de conocimientos, de hombres cultos, de grandes filósofos, Kant, Hegel, Feuerbach, Marx... Semejante cultura, con intelectos tan refinados, una cultura de grandes científicos, de grandes músicos, novelistas y poetas, el país de los filósofos y los profesores... En ningún otro país se ha respetado más que en Alemania la palabra «profesor».

¿Qué ocurrió para que un pueblo tan inteligente cayera en manos de un ser estúpido, casi subnormal, como Hitler?
Pero hay que comprender lo siguiente: que el saber, si es superficial, si se limita a la mente, no sirve de ayuda. El saber se mantiene en la superficie, mientras que en lo más profundo sigue siendo infantil.

Esos intelectuales, incluso un hombre como Martin Heidegger, un gran filósofo, quizá el más importante del siglo XX, también era partidario de Adolf Hitler. ¿Qué les ocurrió a esos gigantes para que apoyaran a un hombre que estaba medio loco?
Hay que comprenderlo; puede ocurrir y siempre ha ocurrido. Esas grandes mentes solo son grandes en la superficie; en el fondo, su vida es infantil. Lo único que ha crecido es su intelecto, pero ellos no han crecido como personas. La mente de Heidegger era muy madura, pero su ser muy infantil. El ser, si es infantil, espera a alguien que lo dirija.

Una persona realmente madura no carga sus responsabilidades a nadie; se hace responsable de su propio ser. Pero resulta que este país de científicos, filósofos, profesores, poetas e intelectuales fue víctima de un hombre vulgar, mediocre, y ese hombre dominó el país.
Este hecho debería contribuir a que todos comprendieran la estupidez del intelecto.
El intelecto es superficial.
Habría que avanzar en el desarrollo del ser, porque en otro caso siempre tenderemos, siempre estaremos dispuestos a convertirnos en víctimas de semejantes personas.
La mente está condicionada desdé el exterior, puede ser gobernada desde el exterior. Hay que madurar hacia la no-mente, y solo entonces no os dominarán desde el exterior.
Solo la persona de no-mente es libre, independiente. No es ni alemana, ni india, ni inglesa, ni estadounidense... es sencillamente libre. Estadounidense, indio, alemán... no son sino nombres de las prisiones, no de los cielos de libertad. No son los cielos para volar, sino las prisiones en las que vivir.

Nadie es dueño de la persona libre; la persona libre es dueña de sí misma. La persona libre es sencillamente una energía sin nombre, forma, raza ni nacionalidad. Ya ha pasado la época de las naciones y las razas y se aproximan los tiempos del individuo.

En un mundo mejor no habrá ni alemanes, ni indios, ni hindúes ni cristianos...
habrá individuos puros, absolutamente libres, que vivirán la vida a su aire, sin molestar a los demás y sin permitir que los demás los molesten.

Por otro lado, la mente es infantil y astuta a la vez. Puede ser víctima de cualquier Hitler, de cualquier patriotero, de cualquier loco con la suficiente audacia... y hay gente muy audaz, que no alberga la menor duda. En eso consistía el atractivo de Hitler. Era tan audaz que era la audacia personificada. Nunca se planteaba ninguna duda; se sentía absolutamente seguro de sí mismo. Y las personas que no tienen tal seguridad se sienten profundamente atraídas por un personaje así. Una persona tan segura de la verdad debe de haber encontrado la verdad. Esa gente empieza a seguirla, y debido a su inseguridad son víctimas de un loco, pero los locos siempre están muy seguros. Solo dudan quienes están muy alerta, muy conscientes. Sus dudas demuestran su estado de alerta y la complejidad de la vida.
Y la mente es muy astuta. Puede racionalizarlo todo.

Osho

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