jueves, 9 de enero de 2014

No se puede tirar nada que no esté maduro. El fruto sin madurar se aferra al árbol y el árbol se aferra al fruto.

CUANDO BUDA DESCIENDE DE SU TRONO, SE HACE MENDIGO... 
¿QUÉ NECESIDAD TENÍA BUDA? Era un rey en su trono, en la cúspide de su ego... 
¿Por qué llegara tal extremo, a cambiar su palacio por las calles, a mendigar? Pero en el mendigar de Buda hay belleza. La tierra jamás ha conocido mendigo tan hermoso, mendigo tan rico, mendigo tan majestuoso, tal emperador. ¿Qué ocurrió cuando descendió de su trono?

Descendió de su ego. Los tronos no son sino símbolos, símbolos del ego, del
poder, el prestigio, la posición social. Descendió y sobrevino la ausencia de ego.
Esta ausencia de ego no es modestia, no es humildad. Encontrarás a muchas
personas humildes, pero bajo su humildad funciona un ego muy sutil.

SE CUENTA QUE DIÓGENES FUE UN DÍA A VER A SÓCRATES. Vivía como un
mendigo, llevaba la ropa sucia, llena de agujeros y remiendos. Incluso si le regalaban
ropa nueva no se la ponía; primero la ensuciaba y la rompía.

Fue a ver Sócrates y empezó a hablar sobre la ausencia de ego, pero con sus
penetrantes ojos, Sócrates debió de darse cuenta de que Diógenes no era un hombre
sin ego. Su forma de hablar sobre la humildad era muy egoísta. Por lo visto, Sócrates le
dijo: «A través de tu ropa sucia, a través de los agujeros de tu ropa no veo sino el ego.
Hablas de humildad, pero tus palabras proceden de un profundo centro del ego».

ASÍ OCURRE, ASÍ ES COMO SE DA LA HIPOCRESÍA. Tienes ego, y lo escondes con
lo contrario, haciéndote humilde superficialmente. Esa humildad superficial no puede
engañar a nadie. Quizá te engañe a ti, pero a nadie más. El ego no para de asomarse
por los agujeros de la ropa asquerosa que llevas. Siempre está presente. Esto no es
sino engañarte a ti mismo; no vas a engañar a nadie más.
Eso es lo que ocurre si empiezas a desprenderte del ego inmaduro.

Mis enseñanzas parecerán contradictorias, pero son reales como la vida misma. La
contradicción es algo inherente a la vida.
Os enseño a que seáis egoístas para que podáis desprenderos del ego.
Os enseño a que seáis absolutamente egoístas. No lo ocultéis, porque si no, nacerá
la hipocresía. Y no luchéis contra el fenómeno inmaduro. Dejadlo madurar, y ayudadlo a
madurar. Llevadlo al punto culminante. No tengáis miedo; no hay nada que temer. Así
llegaréis a comprender la agonía del ego.

Cuando llegue al punto culminante, no necesitaréis ningún Buda, ni a mí, para que
os diga que el ego es el infierno. Lo sabréis, porque el culmen del ego será el culmen de
vuestras experiencias infernales, será una pesadilla, y entonces no hará falta que nadie
os diga: «Abandónalo. Te resultará difícil mantenerlo».

El conocimiento se alcanza únicamente mediante el sufrimiento.
No se puede prescindir de nada mediante argumentaciones lógicas. Se prescinde
de algo solo cuando llega a ser tan doloroso que no se puede continuar con ello.
Tu ego aún no te resulta tan doloroso, y por eso puedes sobrellevarlo. Es natural.
Yo no puedo convencerte para que lo abandones, e incluso si te convenciera, lo
esconderías... eso es todo.
No se puede tirar nada que no esté maduro. El fruto sin madurar se aferra al árbol
y el árbol se aferra al fruto. Si los obligas a separarse, se formará una herida, y la
cicatriz permanecerá. La herida continuará como si fuera reciente y tú siempre sentirás
dolor. Recuerda que todo tiene su momento, su tiempo para crecer, para madurar, para
caer a la tierra y disolverse. También el ego tiene su momento, tiene que llegar a la
madurez.

De modo que no tengáis miedo de ser egoístas. Lo sois, porque de otro modo hace
tiempo que habríais desaparecido.

Tal es el mecanismo de la vida: tenéis que ser egoístas, tenéis que luchar para
abriros camino, tenéis que luchar contra los millones de deseos que os rodean, tenéis
que debatiros, tenéis que sobrevivir.
El ego es una medida de supervivencia.
Si un niño nace sin ego, morirá. No sobrevivirá; es imposible, porque si tiene
hambre no lo notará: «Yo tengo hambre». Notará que hay hambre, pero no la
relacionará consigo mismo. En el momento que se siente hambre el niño siente que es
él quien tiene hambre y se pone a llorar para que le den de comer. El niño crece
mediante el crecimiento de su ego.

Por eso, para mí el ego forma parte del proceso de desarrollo natural.
PERO ESO NO SIGNIFICA QUE TENGAS QUE MANTENERLO PARA SIEMPRE. ES un
proceso de desarrollo natural, y para abandonarlo hay que dar un segundo paso, que
también es algo natural, pero solo se puede dar el segundo paso cuando el primero ha
llegado al punto culminante, al máximo, cuando el primero ha llegado a la culminación.

Por eso yo enseño las dos cosas: la presencia del ego y la ausencia del ego. En
primer lugar, sé egoísta, completamente egoísta, como si la existencia entera solo
existiera para ti y tú fueras su centro, como si todas las estrellas girasen a tu alrededor,
como si el sol solo saliera para ti. Todo existe para ti, para ayudarte a ti. Sé el centro, y
no tengas miedo, porque si tienes miedo nunca madurarás.

¡Acéptalo! Forma parte de tu desarrollo. Disfrútalo y llévalo al culmen. Cuando
llegue al culmen, de repente te darás cuenta de que tú no eres el centro, que ha sido
una tontería, una actitud infantil. Pero como eras aún un niño, no pasa nada.
Ahora has madurado y sabes que no eres el centro. Cuando comprendes que no
eres el centro también comprendes que no hay un centro en la existencia o que el
centro está en todas partes. O no hay centro y la existencia existe como totalidad,
como integridad sin centro como punto de control, o cada átomo constituye un centro.

Osho

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