¿Funcionamos siempre mediante el ego o en algunos momentos
nos libramos de él?
Como el ego es ficticio, en algunos momentos te libras de él. Como es
una ficción, solo puede mantenerse si tú lo mantienes. La ficción requiere un
mantenimiento, al contrario que la verdad, y de ahí la belleza de la verdad. Pero una
ficción hay que pintarla continuamente, apuntalarla aquí y allá, porque se desmorona
sin cesar. Cuando consigues apuntalarla por un lado, empieza a desmoronarse por el otro.
Y eso es lo que hace la gente durante toda su vida, intentar que la
ficción parezca la verdad. Si tienes más dinero, puedes tener un ego más grande, un
poco más sólido que el de un pobre. El ego del pobre es pequeño; no se puede permitir
un ego mayor. Si llegas a primer ministro o presidente de un país, tu ego se hincha al
máximo y dejas de tener los pies en el suelo.
Nuestra vida entera, la búsqueda de dinero, poder, prestigio, esto y
lo otro, no es sino la búsqueda de puntales, de apoyos, para mantener la ficción. Y
en realidad sabemos que la muerte se aproxima. Hagamos lo que hagamos, la muerte
lo destruirá; pero a pesar de los pesares, seguimos adelante: a lo mejor mueren
todos los demás, pero tú no.
Y en cierto modo es verdad. Como siempre has visto morir a otros, pero
no a ti mismo, parece que es verdad, y también lógico. Mueren esa persona y la
otra, pero tú no. Tú siempre estás allí para lamentarte, para acompañarlas al
cementerio y despedirte de ellas, pero después vuelves a tu casa.
No te dejes engañar, porque todas esas personas estaban haciendo lo
mismo, y nadie es una excepción. Cuando llega la muerte, destruye la ficción de
tu nombre, de tu fama. Cuando llega la muerte, simplemente lo borra todo; no queda
ninguna huella.
Intentemos lo que intentemos hacer con nuestra vida, no es más que
escribir sobre el agua; ni siquiera sobre la arena, sino sobre el agua. No acabas de
escribirlo cuando ya ha
desaparecido. No te da tiempo ni a leerlo, porque desaparece
enseguida.
Pero seguimos intentando construir castillos en el aire. Como se trata
de una ficción, hay que mantenerla continuamente, con un esfuerzo constante,
noche y día. Y nadie puede mantener semejante vigilancia veinticuatro horas al día.
De modo que a veces, sin querer, vislumbras durante unos momentos la realidad sin el
ego como barrera.
Sin la pantalla del ego se viven ciertos momentos especiales, aunque
tú no lo quieras. Recuérdalo. Todo el mundo experimenta esos momentos de vez en
cuando.
Por ejemplo: cuando alguna noche duermes profundamente, tan
profundamente que no tienes sueños, el ego desaparece, desaparecen todas las
ficciones. El acto de
dormir profundamente, sin sueños, es como una muerte en pequeño.
Cuando se duerme sin soñar, el ego desaparece por completo, porque
cuando no se piensa, no se sueña, ¿cómo seguir adelante con una ficción? Pero
mientras dormimos
pasamos muy poco tiempo sin soñar. En ocho horas de sueño sano ese
lapso no sobrepasa las dos horas, pero ese tiempo nos revitaliza. Si dormimos
dos horas profundamente, sin soñar, a la mañana siguiente nos sentimos
renovados, vivos.
La vida vuelve a resultar emocionante, el día parece un regalo. Todo
parece nuevo, porque nos hemos renovado. Y todo parece maravilloso, porque estamos en un
espacio maravilloso.
¿Qué ocurre en esas dos horas en las que dormimos profundamente, lo
que patanjali y el yoga denomina sushupti, dormir sin soñar? Que desaparece el ego, y con esa desaparición del ego te revitalizas, rejuveneces. Al desaparecer
el ego, incluso en un estado de profunda inconsciencia, se nos concede una idea de Dios.
Según el patanjali, no existe gran diferencia entre el sushupti, el dormir sin soñar, y el samadhi, el estado último que alcanza Buda. No existe gran diferencia, pero sí existe.
Radica en la
conciencia. Al dormir sin soñar se está inconsciente; en el samadhi se está consciente, pero es el mismo estado. Nos acercamos a Dios, al centro universal.
Desaparecemos de la
circunferencia y vamos al centro, y ese contacto con el centro nos
rejuvenece.
Como el ego es una ficción, a veces desaparece. El momento más
importante es cuando se duerme sin soñar, y por eso hay que tenerlo muy en cuenta y
no perdérselo por ningún motivo.
Osho
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