El ego es la mayor de las mentiras, que tú has aceptado como una
verdad; pero los intereses creados lo favorecen, porque si todos aceptaran la
ausencia del ego, la competición olímpica que se desarrolla en el mundo entero
sencillamente se paralizaría.
Nadie querría subir al Everest, sino que disfrutaría del sitio donde
está y se alegraría de ello. El ego te mantiene a la espera: mañana, cuando triunfes, te alegrarás. Naturalmente, hoy tienes que sufrir, tienes que sacrificarte. Si
quieres triunfar mañana, tienes que sacrificarte hoy. Has de merecerte el triunfo, y para eso
haces toda clase de ejercicios. Solo es cuestión de sufrir durante algún tiempo y después
te alegrarás. Pero ese mañana nunca llega. Nunca ha llegado.
Mañana simplemente significa lo que nunca llega. Supone retrasar la
vida, una estrategia estupenda para seguir sufriendo. El ego no puede sentir alegría en el presente, no puede existir en el
presente; solo existe en el futuro, en el pasado, es decir, en lo que no es. El
pasado ya no existe, el
futuro aún no existe; ambos carecen de existencia. El ego solo puede
existir con lo no existente, porque en sí mismo no existe.
En el momento puramente presente no hallarás ningún ego en tu
interior, sino una alegría silenciosa, una nada silenciosa y pura.
Osho
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