domingo, 8 de diciembre de 2013

La palabra «ideal» me parece repugnante


La palabra «ideal» me parece repugnante. Yo no tengo ideales. Los ideales te vuelven loco, son los ideales lo que han convertido este mundo en un inmenso manicomio.

El ideal significa que no eres lo que deberías ser. Te crea ansiedad, tensión, angustia. Te divide, te vuelve esquizofrénico. El ideal está en el futuro y tú estás aquí. ¿Y
cómo puedes vivir a menos que seas el ideal? En primer lugar, sé el ideal, y después empieza a vivir, algo que nunca ocurre. No puede ocurrir por la naturaleza misma de las cosas.

Los ideales son imposibles; por eso mismo son ideales. Te vuelven loco, te hacen perder la cabeza, y entonces sobreviene la repulsa, porque nunca llegas a alcanzar el ideal. Entonces surge el sentimiento de culpa. En realidad, eso es lo que hacen los sacerdotes y los políticos, crear el sentimiento de culpa. Para ello se valen de los ideales, un mecanismo muy sencillo. Ofrece un ideal y el sentimiento de culpa surgirá automáticamente.

Si te digo que dos ojos no son suficientes, necesitarás tres ojos, abrir tu tercer ojo.

Leerás a Lobsang Rampa, que dice que abras tu tercer ojo. Lo intentas por todos los medios, por aquí y por allá, cabeza abajo, con un mantra... y el tercer ojo no se abre.

Entonces empiezas a sentirte culpable, que si me falta algo, que si no soy como debería ser... Te deprimes, te frotas el tercer ojo, pero no se abre.

Cuidado con todas esas tonterías. Los dos ojos que poseemos son maravillosos, e incluso si solo tienes uno, es perfecto. Tienes que aceptarte como eres. Dios te ha hecho perfecto, no ha dejado nada incompleto en ti. Y si sientes que hay algo incompleto, forma parte de la perfección. Eres perfectamente imperfecto. Dios sabe, más que tú, que solo en la imperfección existe el desarrollo, que solo en la imperfección existe el fluir, que solo en la imperfección algo es posible. Si fueras perfecto estarías muerto, como una piedra. No ocurriría nada, nada podría ocurrir.

Osho


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