El AMOR puede tener
tres dimensiones. Una de ellas es la
dependencia, esto es lo que le sucede a la mayor parte de la gente. El
marido depende de la mujer, la mujer depende del marido, se aprovechan el uno
del otro, se dominan el uno al otro, se poseen el uno al otro, reducen al otro
a una mercancía.
En el noventa y nueve por ciento de los casos, esto es lo que sucede
en el mundo. Por eso, aunque el amor puede abrir las puertas del paraíso, sin
embargo, sólo abre las puertas del infierno.
La segunda posibilidad es el amor entre dos personas independientes. Esto
ocurre de vez en cuando, pero también produce infelicidad porque hay un
conflicto constante. No existe ningún arreglo posible; ambos son muy independientes
y ninguno está dispuesto a ceder, a amoldarse al otro.
Es imposible vivir con personas como los poetas, los artistas, los pensadores,
los científicos, y todos aquellos que viven, al menos en sus mentes, en una
especie de independencia; se trata de personas demasiado excéntricas para
convivir con ellas. Le conceden libertad al otro, pero esa libertad se parece
más a la indiferencia que a la libertad, porque da la impresión de que el otro
no les importa, no les interesa. Se dejan espacio el uno al otro. La relación
sólo es superficial; tienen miedo de profundizar en el otro, porque están más aferrados a su libertad
que al amor y no quieren hacer concesiones.
La tercera posibilidad es la interdependencia. Eso ocurre en raras ocasiones,
pero siempre que ocurre, una parte del paraíso cae sobre la Tierra. Dos personas, ni
independientes ni dependientes, sino en una enorme sincronicidad, como si
respiraran el uno para el otro, un espíritu en dos cuerpos; cuando sucede esto,
ha sucedido el amor. Sólo se puede llamar amor a esto. Las otras dos posibilidades no son amor realmente,
son sólo acuerdos sociales, psicológicos, biológicos, pero siguen siendo acuerdos.
La tercera posibilidad es espiritual.
Osho
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