sábado, 21 de septiembre de 2013

La ignorancia y la inocencia son dos cosas parecidas, pero no son lo mismo...

La ignorancia también es un estado de no saber, igual que la inocencia, pero hay una gran diferencia que ha sido ignorada por toda la humanidad hasta ahora. La inocencia no es muy erudita, pero tampoco quiere serlo. Está absolutamente contenta, satisfecha.

Un niño no tiene ambiciones, no tiene deseos. Está tan absorto en el momento... un pájaro que vuela le llama totalmente la atención; basta con una mariposa de bellos colores para que se quede encantado; el arco iris en el cielo.., y será incapaz de concebir que haya algo más importante o espléndido que este arco iris. Y la noche llena de estrellas, estrellas y más estrellas...

La inocencia es abundante, está colmada, es pura.
La ignorancia es pobre, es un mendigo; quiere esto, quiere aquello, quiere ser culta, quiere ser respetable, quiere ser rica, quiere ser poderosa. La ignorancia discurre por el camino del deseo. La inocencia es un estado de ausencia de deseos. Pero al ser dos estados que carecen de conocimientos, su naturaleza nos resulta confusa. Damos por hecho que son lo mismo.

El primer paso en el arte de vivir deberá ser entender la diferencia entre ignorancia e inocencia. Debemos apoyar la inocencia, protegerla; porque el niño lleva consigo el mayor tesoro, el tesoro que los sabios han encontrado después de arduos esfuerzos. Los sabios dicen que se convierten de nuevo en niños, vuelven a nacer. En India el auténtico brahmin, el verdadero conocedor, se llama a sí mismo dwij, nacido dos veces. ¿Por qué nacido dos veces? ¿Qué ocurrió con el primer nacimiento?  ¿Qué necesidad hay de un segundo nacimiento? ¿Qué conseguirá con un segundo nacimiento?

En el segundo nacimiento logrará algo que ya podía obtener en el primero, pero que la sociedad, los padres y la gente que le rodeaba, aplastó, destruyó. Los niños se atiborran de conocimientos. De alguna forma, hay que desbancar su sencillez porque la sencillez no le va a ayudar en este mundo competitivo. Su sencillez puede parecer simplicidad a los ojos del mundo; se aprovecharán de su inocencia de todas las formas posibles. Tenemos miedo de la sociedad, tenemos miedo del mundo que hemos creado; queremos que los niños sean inteligentes, astutos, cultos, para que estén en la categoría de los poderosos, y no en la de los oprimidos e impotentes.

Si la vida de un niño empieza a tomar una dirección equivocada, seguirá dirigiéndose en esa dirección, su vida tomará esa dirección. 

Cuando comprendes que has perdido tu oportunidad en la vida, el primer principio que debes recordar es la inocencia.    

Abandona tu cultura, olvida tus escrituras, olvida tus religiones, tus teologías, tus filosofías.  Vuelve a nacer, vuélvete inocente y volverá a estar en tus manos. Limpia tu mente de todo lo que tú no conoces, de todo lo prestado, de todo lo que proviene de la tradición, de los convencionalismos. Todo lo que has recibido de los demás: padres, profesores, universidades; deshazte de todo eso. Vuelve a ser sencillo, vuelve a ser un niño. Y este milagro es posible a través de la meditación.


Osho

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