La ignorancia también es un estado de no saber,
igual que la inocencia, pero hay una gran diferencia que ha sido ignorada por
toda la humanidad hasta ahora. La inocencia no es muy erudita, pero tampoco quiere
serlo. Está absolutamente contenta, satisfecha.
Un niño no
tiene ambiciones, no tiene deseos. Está tan absorto en el momento... un pájaro que vuela
le llama totalmente la atención; basta con una mariposa de bellos colores para
que se quede encantado; el arco iris en el cielo.., y será incapaz de concebir
que haya algo más importante o espléndido que este arco iris. Y la noche llena
de estrellas, estrellas y más estrellas...
La inocencia
es abundante, está colmada, es pura.
La ignorancia
es pobre, es un mendigo; quiere esto, quiere aquello, quiere ser culta, quiere
ser respetable, quiere ser rica, quiere ser poderosa. La ignorancia discurre por el camino del deseo.
La inocencia es un estado de ausencia de deseos. Pero al ser dos
estados que carecen de conocimientos, su naturaleza nos resulta confusa. Damos
por hecho que son lo mismo.
El
primer paso en el arte de vivir deberá ser entender la diferencia entre
ignorancia e inocencia. Debemos apoyar la inocencia, protegerla; porque el niño lleva
consigo el mayor tesoro, el tesoro que los sabios han encontrado después de
arduos esfuerzos. Los sabios dicen que se convierten de nuevo en niños, vuelven
a nacer. En India el auténtico brahmin, el verdadero conocedor, se
llama a sí mismo dwij, nacido dos veces.
¿Por qué nacido dos veces? ¿Qué ocurrió con el primer nacimiento? ¿Qué necesidad hay de un segundo nacimiento?
¿Qué conseguirá con un segundo nacimiento?
En
el segundo nacimiento logrará algo que ya podía obtener en el primero, pero que
la sociedad, los padres y la gente que le rodeaba, aplastó, destruyó. Los niños
se atiborran de conocimientos. De alguna forma, hay que desbancar su sencillez
porque la sencillez no le va a ayudar en este mundo competitivo. Su sencillez
puede parecer simplicidad a los ojos del mundo; se aprovecharán de su inocencia
de todas las formas posibles. Tenemos miedo de la sociedad, tenemos miedo del mundo que
hemos creado; queremos que los niños sean inteligentes, astutos,
cultos, para que estén en la categoría de los poderosos, y no en la de los
oprimidos e impotentes.
Si
la vida de un niño empieza a tomar una dirección equivocada, seguirá
dirigiéndose en esa dirección, su vida tomará esa dirección.
Cuando
comprendes que has perdido tu oportunidad en la vida, el primer principio que
debes recordar es la inocencia.
Abandona
tu cultura, olvida tus escrituras, olvida tus religiones, tus teologías, tus
filosofías. Vuelve a nacer, vuélvete inocente y volverá a
estar en tus manos. Limpia tu mente de todo lo que tú no conoces, de
todo lo prestado, de todo lo que proviene de la tradición, de los
convencionalismos. Todo lo que has recibido de los demás: padres, profesores,
universidades; deshazte de todo eso. Vuelve a ser sencillo, vuelve a ser un
niño. Y este milagro es posible a través de la meditación.
Osho
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