Necesitas
espacio. El
pasado ocupa mucho sitio en tu interior, es un basurero lleno de cosas muertas,
no hay espacio para que entre el presente. Ese basurero no para de soñar con el
futuro, así que la mitad del espacio está lleno de cosas que ya no existen y la
otra mitad está llena de cosas que, aún no existen. ¿Y el presente?
Simplemente, está esperando a la puerta. Por eso el presente no es más que un
paso, un paso que va del pasado al futuro, solo un paso momentáneo.
Termina con el
pasado; si no terminas con el pasado, vivirás una vida fantasma. Tu vida no es auténtica,
no es existencial. El pasado vive a través de ti, lo muerto sigue acosándote.
Retrocede... Siempre que tengas ocasión cada vez que ocurre algo en ti, felicidad,
infelicidad, tristeza, ira, celos... cierra los ojos y retrocede. Pronto
adquirirás eficiencia para viajar hacia atrás. Pronto serás capaz de retroceder
en tiempo y entonces se abrirán muchas heridas. Cuando esas heridas se abran en tu interior, no
te pongas a hacer nada. No hay necesidad de hacer. Limítate a mirar, observar,
contemplar. La herida está
ahí...
tú solo mírala, dale a la herida tu energía de observación, mírala. Mírala sin hacer ningún
juicio... porque si juzgas, si dices:..«Esto es malo, no debería ser
así», la herida se volverá a cerrar. Y entonces tendrá que esconderse. Cada vez
que condenas, la mente intenta ocultar cosas. Así es como se crean el
consciente y el subconsciente. Por lo demás, la mente es una sola; no hay
necesidad de división alguna. Pero si tú condenas, entonces la mente tiene que
dividirse y meter algunas cosas en la parte oscura, en el sótano, para que no las
veas y no haya necesidad de condenar.
No condenes, no
aprecies. Limítate a ser testigo, un observador distanciado. No niegues. No digas:
«Esto no está bien», porque eso es una negación y habrás empezado a suprimir.
Distánciate.
Limítate a mirar y observar. Mira con compasión y se producirá la curación.
No
me preguntes por qué ocurre, porque es un fenómeno natural. Es como cuando el agua
se calienta a cien grados y se evapora. Nunca preguntas: «¿Por- qué no ocurre a
los noventa y nueve grados?» Nadie puede responder él esa pregunta.
Simplemente, ocurre que a los cien grados el agua se evapora. No hay que
preguntar, la pregunta es irrelevante. Si se evaporara a los noventa y nueve
grados, también preguntarías por qué. Si se evaporara a los noventa y ocho,
preguntarías por qué. Simplemente, es natural que el agua se evapore a los cien
grados.
Lo
mismo, ocurre con la naturaleza interior. Cuando una conciencia distanciada y compasiva llega a una
herida, la herida desaparece, se evapora. No hay un porqué.
Simplemente,
es natural, así son las cosas así, es como ocurre. Cuando digo esto, lo digo
por experiencia. Inténtalo, que la experiencia también es posible para ti. Esta
es la manera.
Osho
No hay comentarios:
Publicar un comentario