Has
tenido miles de nacimientos y miles de muertes. Y los que
puedan
ver con claridad lo entenderán incluso más a fondo, como si en cada momento
estuviese sucediendo. En todo momento, muere algo de ti y nace algo nuevo dentro de
ti. La vida y la muerte no están tan separadas, no están separadas
por setenta años. La vida y la muerte son como las dos alas de un pájaro,
ocurren simultáneamente. La vida no puede existir sin la muerte y la muerte no puede
existir sin la vida.
Obviamente,
no son opuestos, son complementarios. Se necesitan el uno al otro para existir,
son interdependientes. Son parte de un todo cósmico.
Pero,
como el hombre es tan inconsciente, como está tan dormido, es incapaz de ver un
hecho tan simple y tan obvio. Basta un poco de conciencia, no demasiada, para
darte cuenta de que estás cambiando en todo momento. Un cambio significa que
algo está muriendo y algo está renaciendo. El nacimiento y la muerte se
convierten en una sola cosa; entonces,
la infancia y su inocencia son lo mismo que la vejez y su inocencia.
Hay
una diferencia pero no hay oposición. La inocencia del niño es muy pobre,
porque es casi sinónimo de ignorancia. El anciano que ha madurado con la edad,
que ha atravesado todas las experiencias de oscuridad y luz, de amor y odio, de
alegría e infelicidad, que ha madurado en la vida a través de las distintas
experiencias, ha llegado a un punto donde ya no participa en ninguna
experiencia. Cuando llega la tristeza... él observa.
Cuando llega la felicidad... él observa. Se ha convertido en el observador de
la colina. En los valles oscuros sucede de todo, pero él permanece en la cima
soleada de la montaña, simplemente observando en silencio absoluto.
La inocencia
de la vejez es rica. Es rica por las experiencias; es rica por las
equivocaciones y por los éxitos; es rica por las acciones correctas y por las
acciones incorrectas; es rica por todas las equivocaciones y todos los
aciertos; es rica multidimensionalmente Su inocencia no puede ser sinónimo de
ignorancia. Su inocencia sólo puede ser sinónimo de sabiduría.
Ambos son
inocentes, el niño y el anciano. Pero sus inocencias tienen una cualidad
diferente.
El niño es inocente porque todavía no ha entrado en la noche oscura del alma;
el anciano es inocente... ya ha salido del túnel. Uno está entrando en el túnel
y el otro está saliendo de él. Uno va a sufrir
mucho y el otro ya ha sufrido bastante. Uno no puede evitar el infierno que le
espera por delante; el otro ha dejado el infierno atrás.
Sabiéndolo
o sin saberlo, el corazón de todo ser humano está
temblando:
te estás haciendo viejo, y después de la vejez viene el temporal, después de la
vejez viene la muerte. Te han hecho tener miedo a la muerte desde hace tantos
siglos que esta idea se ha quedado arraigada en el fondo de tu inconsciente;
corre por tus venas, ha calado tus huesos hasta la médula. La misma palabra te
aterroriza, no sabes qué es la muerte, pero tienes miedo por culpa de miles de
años con el condicionamiento de que la muerte es el final de tu vida.
Quiero
que seas totalmente consciente de que la muerte no es el final. En la existencia
nada comienza y nada termina. Fíjate alrededor... la noche no es el
final y la mañana no es el principio. La mañana va hacia la noche y la noche va
hacia la mañana. Todo está cambiando hacia formas diferentes. No
hay principio ni final.
Osho
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