La existencia del viejo verde se debe a una larga historia de
represión social. El viejo verde existe por culpa de vuestros santos, vuestros
sacerdotes y vuestros puritanos.
Si a la gente le permitieran vivir su vida sexual alegremente, al
llegar a los cuarenta y dos años —ten en cuenta que estoy diciendo cuarenta y dos,
no ochenta y cuatro—, cuando estuviesen aproximándose a los cuarenta y dos, el
sexo dejaría de dominarles. Del mismo modo que aparece el sexo y se convierte
en algo muy poderoso cuando tenemos catorce años, a los cuarenta y dos años
empieza a desaparecer. Es su curso natural. Y cuando desaparece el sexo, el hombre mayor
tiene un amor y una compasión completamente diferentes. En su amor no hay lujuria,
no hay deseo; no quiere sacar nada. Su amor tiene pureza, inocencia, su amor es
alegría.
El sexo te proporciona placer. Y el sexo sólo te da placer cuando lo practicas,
el placer es el resultado final. Si el sexo se vuelve irrelevante..., no lo
reprimes, pero lo has experimentado con tanta profundidad que ya no tiene valor
para ti... Lo has conocido, y el conocimiento siempre conlleva libertad. Has llegado a conocerlo totalmente y, por eso, ya no tiene ningún
misterio, ya no queda nada por explorar. A través de ese conocimiento, la
energía sexual se transforma en amor, en compasión. El dar surge de la alegría.
Entonces, el anciano es el ser más hermoso de la tierra, el ser más limpio.
En ningún idioma existe la expresión «viejo limpio». Nunca la he oído.
Pero la expresión «viejo verde» existe en casi todos los idiomas. La razón de
esto es que el cuerpo envejece, el cuerpo se agota, el cuerpo quiere librarse
de la sexualidad, pero la mente, a causa de los deseos reprimidos, sigue
teniendo anhelos. El anciano se encuentra en un verdadero aprieto cuando el
cuerpo ya no es capaz, pero la mente le sigue
atormentando para hacer algo de lo que el cuerpo no es capaz. Tiene
una mirada sexual, lujuriosa; su cuerpo está muerto y apagado, pero su mente le
sigue provocando. Empieza a tener una mirada obscena, una cara obscena; empieza
a haber algo feo en él.
Osho
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