sábado, 19 de octubre de 2013

El viejo verde

La existencia del viejo verde se debe a una larga historia de
represión social. El viejo verde existe por culpa de vuestros santos, vuestros sacerdotes y vuestros puritanos.

Si a la gente le permitieran vivir su vida sexual alegremente, al llegar a los cuarenta y dos años —ten en cuenta que estoy diciendo cuarenta y dos, no ochenta y cuatro—, cuando estuviesen aproximándose a los cuarenta y dos, el sexo dejaría de dominarles. Del mismo modo que aparece el sexo y se convierte en algo muy poderoso cuando tenemos catorce años, a los cuarenta y dos años empieza a desaparecer. Es su curso natural. Y cuando desaparece el sexo, el hombre mayor tiene un amor y una compasión completamente diferentes. En su amor no hay lujuria, no hay deseo; no quiere sacar nada. Su amor tiene pureza, inocencia, su amor es alegría.

El sexo te proporciona placer. Y el sexo sólo te da placer cuando lo practicas, el placer es el resultado final. Si el sexo se vuelve irrelevante..., no lo reprimes, pero lo has experimentado con tanta profundidad que ya no tiene valor para ti... Lo has conocido, y el conocimiento siempre conlleva libertad. Has llegado a conocerlo totalmente y, por eso, ya no tiene ningún misterio, ya no queda nada por explorar. A través de ese conocimiento, la energía sexual se transforma en amor, en compasión. El dar surge de la alegría. Entonces, el anciano es el ser más hermoso de la tierra, el ser más limpio.

En ningún idioma existe la expresión «viejo limpio». Nunca la he oído. Pero la expresión «viejo verde» existe en casi todos los idiomas. La razón de esto es que el cuerpo envejece, el cuerpo se agota, el cuerpo quiere librarse de la sexualidad, pero la mente, a causa de los deseos reprimidos, sigue teniendo anhelos. El anciano se encuentra en un verdadero aprieto cuando el cuerpo ya no es capaz, pero la mente le sigue
atormentando para hacer algo de lo que el cuerpo no es capaz. Tiene una mirada sexual, lujuriosa; su cuerpo está muerto y apagado, pero su mente le sigue provocando. Empieza a tener una mirada obscena, una cara obscena; empieza a haber algo feo en él.


Osho

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