sábado, 19 de octubre de 2013

No evites el amor. Ve a través de él con todas sus penas.

El amor te vuelve verdadero; de lo contrario, seguirás viviendo en una fantasía, en un sueño insustancial. El amor te da sustancia, el amor te da integridad, el amor te centra. Pero sólo es la mitad del viaje; la otra mitad se tiene que completar con la meditación, la conciencia. Pero el amor te prepara para la otra mitad. El amor es la primera mitad, y la conciencia es la segunda mitad. Entre los dos alcanzas a Dios. Entre el amor y la conciencia, entre las dos orillas discurre el río del ser.

No evites el amor. Ve a través de él con todas sus penas. Sí, duele, pero si estás enamorado eso no importa. En realidad, esas penas te fortalecen. A veces duele muchísimo, terriblemente, pero esas heridas son necesarias para que estés alerta. El amor prepara el terreno, y en la tierra del amor puede crecer la semilla de la meditación, pero sólo en la tierra del amor.

Así que aquellos que se escapan del mundo por miedo, nunca
alcanzarán la meditación. Pueden estar sentados en las cuevas del Himalaya toda su vida, pero no alcanzarán la meditación. No es posible, no se lo han ganado. Primero hay que ganárselo en el mundo; primero hay que preparar el terreno. Y sólo el amor prepara el terreno.

Por eso, siempre insisto en que no renuncies al mundo. Estate dentro de él, acepta el reto, acepta los peligros, su dolor, sus heridas. Ve a través de ellos. No trates de evitarlos, no intentes buscar un atajo, porque no existe. Es una lucha, es arduo, se hace cuesta arriba, pero así es como puedes llegar hasta la cima.

Osho

No hay comentarios:

Publicar un comentario