lunes, 28 de octubre de 2013

¿Realmente es posible renunciar al sexo yendo a través de él?

Parece como si mi mente y mi cuerpo nunca fueran a dejar de pedirlo…

- Pero ¿por qué tienes tanta prisa? Si tienes tanta prisa por dejarlo, nunca serás capaz de dejarlo. La misma prisa, el propio deseo de dejarlo no te permitirá entenderlo totalmente. ¿Cómo puedes entender algo que ya has decidido que está mal, que tienes que abandonar? Ya lo has juzgado, ¡no has escuchado! Dale una oportunidad a tu sexualidad.

Oí decir que Mulla Nasruddin había sido nombrado juez de paz. Cuando llegó el primer caso al juzgado oyó a una de las partes. Después dijo:
—Espera, ahora escucha mi sentencia. —El secretario del juzgado estaba perplejo porque todavía no había oído a la parte contraria. Se arrimó a Nasruddin y le dijo:
—¿Qué está haciendo, señor? ¿Sentencia? ¡Todavía no ha oído a la otra parte!
Nasruddin dijo:
—¿Qué quiere decir con la otra parte? ¿Me quiere confundir? ¡El asunto está claro! Si escucho a la otra parte me voy a confundir, y será muy difícil emitir un juicio.

Pero ¿es esto un juicio? No has escuchado a la otra parte. Desde hace siglos has estado escuchando a tus supuestos santos..., son todos muy vociferantes. Su energía sexual se ha convertido en elocuencia contra el sexo; tú les has hecho caso. Nunca le has dado la palabra a tu sexualidad. No, eso no está bien, tienes prejuicios. ¿Por qué? ¿Quién sabe? Quizá no tengas que renunciar a ello. ¿Entonces...? ¿Quién sabe?

Quizá esté bien seguir. Mantente abierto. Sólo digo que te mantengas abierto. Medita profundamente. Cuando estés haciendo el amor, permite que la meditación se introduzca en el acto amoroso. ¡Estate atento!
Olvídate de todos esos prejuicios con los que te han educado; todos esos condicionamientos contra el sexo te vuelven más sexual, y empiezas a pensar que la sexualidad es un problema. El problema no es la energía sexual en sí; es la mente antisexual la que provoca la perversión.

Todas las religiones han sido fuentes de perversión. Cuando digo todas las religiones, no me refiero a Buda, no me refiero a Mahavira, no me refiero a Krishna, no me refiero a Cristo o Mahoma; me refiero a sus seguidores. Ellos han sido la fuente, una gran fuente. ¿Y qué sucedió realmente? Observaron a Buda y comprobaron que el sexo había desaparecido, de modo que convirtieron en una norma que el sexo tenía que desaparecer. Sólo puedes convertirte en Buda si desaparece el sexo, lo convirtieron en una norma, en una regla. Esto es plantear las cosas al revés. El sexo desaparece porque Buda ha alcanzado su fuente interna, y no al revés. No ha renunciado al sexo y por eso se ha convertido en Buda, se ha convertido en Buda, por tanto, el sexo ha desaparecido. Pero, desde fuera, la gente observaba a Buda y vieron que el sexo había desaparecido; por tanto, si te quieres convertir en un Buda, abandona el sexo. A Buda no le interesaba el dinero, de modo que pensaron: «Para convertirte en un Buda tienes que perder el interés por el dinero.»

Pero ¡estos enfoques son erróneos! Eso no es buscar la causa, sino tomar el efecto por la causa. La causa es la budeidad interna. Él se ha despertado a su ser interno. Cuando alguien despierta a su ser interno está tan dichoso que ¿a quién le interesa el sexo? ¿Quién va a mendigar pequeños momentos de placer a otra persona? ¿Quién va a seguir mendigando? Si eres el emperador y tienes el tesoro, el tesoro infinito dentro de ti, no irás a pedirle a una mujer o a un hombre que te dé unos instantes de placer. Sabes que estás mendigando y el otro también está mendigando, dos mendigos uno frente al otro con sus cuencos en la mano. «Dame unos instantes de placer y te daré unos instantes de placer.» ¡Los dos son mendigos! ¿Cómo puede darte algo un mendigo?

No estoy diciendo que esté mal. Mientras no te suceda la budeidad, las cosas continúan, no hay nada malo. De momento no juzgues, juzgar es un error. Vuélvete más observador, acepta las cosas, relájate con tus energías. Si no, tendrás el mismo problema que han tenido los santos cristianos desde hace siglos.


Osho

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