Lo
primero que debes comprender es qué significa la conciencia. Vas andando. Eres consciente
de muchas cosas: de las tiendas, de la gente que pasa a tu lado, del tráfico,
de todo. Eres
consciente de muchas cosas, solo eres inconsciente de una cosa... y esa cosa
eres tú. Vas andando por la calle, eres consciente de muchas cosas,
¡y solo no eres
consciente de
ti mismo! A esta conciencia de uno
mismo, Gurdjieff la llama «recordarse a uno mismo».
Dice
Gurdjieff:
«Constantemente, estés donde estés, recuérdate a ti mismo.» Hagas lo que hagas, por dentro debes seguir
haciendo una cosa continuamente: ser consciente de que tú lo estás haciendo. Si estás comiendo, sé consciente de ti mismo.
Si estás andando, sé consciente de ti mismo. Si estás escuchando, si estás
hablando, sé consciente de ti mismo.
Cuando
estés irritado, sé consciente de que estás irritado. En el momento mismo en que
aparezca la ira, sé consciente de que estás irritado. Este constante acordarse
de uno mismo crea en ti una sutil energía, una energía muy sutil. Empiezas a
ser un ser cristalizado.
Normalmente,
no eres más que una bolsa floja. No hay cristalización, no hay verdadero
centro... solo algo líquido, solo una floja combinación de muchas cosas sin ningún
centro. Una multitud que cambia se mueve constantemente, sin ningún jefe. La conciencia es lo
que te convierte en jefe... y cuando digo jefe no me refiero a un controlador.
Cuando digo jefe me refiero a una presencia... una presencia continua.
Hagas
lo que hagas, y aunque no hagas nada, una cosa debe estar constantemente en tu
conciencia: que tú eres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario