Cuando
te enfureces, crees que lo estás haciendo tú. Lo racionalizas y dices que la situación
lo exigía: “Tuve que enfadarme, de lo contrario el niño se habría escapado”. Si
no me enfadara, las cosas irían mal, y la oficina sería un caos. Los criados no
hacen caso; tuve que echarles una bronca para que se hicieran las cosas. Tuve
que ponerme furioso para poner a mi mujer en su sitio. Esto son
racionalizaciones. Así es como tu ego sigue pensando que todavía eres tú quien manda. Pero
no eres tú.
La ira surge
de antiguas pautas que vienen del pasado. Y cuando surge la ira, tú procuras encontrar una excusa. Los
psicólogos han experimentado con esto y han llegado a una misma conclusión que
la sicología esotérica oriental: el hombre es una víctima, no es el que manda.
Los psicólogos han colocado a personas en total aislamiento, con todas las
comodidades
posibles. Se les proporcionaba cualquier cosa que necesitaran, pero no se les permitía
establecer ningún contacto con otros seres humanos. Vivían en aislamiento en
una celda con aire acondicionado. Sin trabajar, sin preocupaciones, sin
problemas... pero los viejos hábitos persistían. Una mañana, sin ninguna razón
aparente -porque se le proporcionaban todas las comodidades, no había
preocupaciones, no había excusas para irritarse-, el sujeto sufría un repentino
ataque de ira.
Está dentro de
ti. A veces, de pronto te sientes triste sin razón aparente. Otras veces, te
sientes feliz, o te sientes eufórico, extático. Un hombre privado de
relaciones sociales, aislado a todo confort, con todas las necesidades
satisfechas, pasa por todos los estados de ánimo por los que pasaría si se
relacionara. Eso significa que algo sale de dentro, y tú lo
achacas
a otro. Eso no es más que una, racionalización.
Te
sientes bien, te sientes mal, y esas sensaciones burbujean desde tu propio subconsciente,
desde tu propio pasado. Nadie es responsable, excepto tú. Nadie puede ponerte furioso
y nadie puede ponerte contento. Te pones contento tú solo, te pones furioso tú
solo y te pones triste tú solo. Si no te das cuenta de esto, seguirás siempre
siendo un esclavo..
El
dominio de uno mismo se adquiere cuando uno se da cuenta: «Soy absolutamente responsable de todo lo que
me ocurre. Ocurra lo que ocurra, sin condiciones, el responsable absoluto soy
yo.»
Al
principio, esto te pondrá muy triste y te deprimirá, porque si puedes cargar a
otro con la responsabilidad, te sentirás bien porque no has actuado mal ¿Qué
puede uno hacer cuando su esposa se comporta de un modo tan desagradable? Tienes
que enfadarte. Pero recuérdalo bien: tu esposa se porta de manera desagradable
por sus propios mecanismos internos. No está siendo desagradable contigo. Si tú
no estuvieras, sería desagradable con los niños. Si los niños no estuvieran,
sería desagradable con la vajilla; tiraría los platos al suelo. Habría roto la
radio. Algo tendría que hacer, porque le venía el mal humor. Fue pura casualidad
que te encontrara a ti leyendo el periódico y se pusiera desagradable contigo.
Fue pura coincidencia que tú estuvieras a mano en un mal momento.
Tú
estás enfadado, pero no porque tu mujer estuviera desagradable; ella
proporcionó la situación, eso es todo. Ella te dio la oportunidad de ponerte
furioso, una excusa para ponerte furioso, pero la ira estaba burbujeando ya. Si
tu mujer no hubiera estado ahí, tú te habrías enfadado de todos modos... con
algún otro, con alguna idea, pero la ira tenía que hacerse
presente: Era algo que venía de tu propio subconsciente.
Todo el mundo
es responsable, totalmente responsable de su propio ser y su conducta. Al principio, te
resultará deprimente ser tú el responsable, porque siempre has pensado que
querías ser feliz... ¿cómo vas a ser tú el responsable de tu infelicidad? Tú
siempre has querido estar en paz... ¿cómo vas a ponerte furioso tú solo? Y por eso echas las
culpas a otro.
Si sigues
echando las culpas a otros, recuerda que seguirás siempre siendo, un esclavo,
porque nadie puede cambiar a los demás. ¿Cómo vas a cambiar a otro? ¿Alguien ha cambiado
alguna vez a otro? Uno de los deseos más incumplidos del mundo es el de cambiar
a otro. Nadie lo ha conseguido jamás. Es imposible, porque el otro tiene su
propia existencia y tú no puedes cambiarle. Puedes echarle las culpas al otro,
pero no puedes cambiarle. Y como le has echado la culpa al otro, nunca te darás
cuenta de que la responsabilidad básica es tuya. El cambio básico que se necesita hay que
hacerlo en tu interior.
Osho
No hay comentarios:
Publicar un comentario