martes, 20 de agosto de 2013

Ser testigo es una revolución. Es un cambio radical desde las raíces mismas.

Toda la metodología oriental se puede reducir a dos palabras: ser testigo. Y toda la metodología occidental se puede reducir a una cosa: analizar. Cuando analizas, das vueltas y más vueltas. Cuando simplemente te sales del círculo.  El análisis es un círculo vicioso. Si te metes de verdad en el análisis, te encontrarás desconcertado. ¿Cómo es posible? Si, por ejemplo, intentas retroceder al pasado, ¿dónde terminarás? ¿Dónde exactamente? Si retrocedes al pasado, ¿dónde comenzó tu sexualidad? ¿Cuándo tenías catorce años? ¿Y acaso entonces surgió de la nada? Debió haberse estado preparando en el cuerpo, ¿no? Entonces, ¿cuándo? ¿Cuándo naciste? Pero ¿acaso no se estuvo preparando antes, cuando estabas en el seno de tu madre?-Entonces, ¿cuándo? ¿En el momento en que fuiste concebido? Pero antes de eso, la mitad de tu sexualidad estaba madura en el óvulo de tu madre y la otra mitad de tu sexualidad estaba madurando en el espermatozoide de tu padre. Si seguimos así, ¿dónde terminarás? ¡Tendrás que remontarte a Adán y Eva! Y ni siquiera ahí termina la cosa. Tendrás que remontarte hasta Dios Padre.  ¿Por qué si no, creó a Adán?

El análisis siempre se queda a medias, y por eso el análisis nunca ayuda de verdad a nadie. No puede ayudar. Te deja un poco más adaptado a la realidad, eso es todo. Es una especie de ajuste; te ayuda a adquirir un poquito de comprensión de tus problemas, de su génesis, de cómo surgieron. Y esa pequeña comprensión intelectual te ayuda a adaptarte mejor a la sociedad, pero sigues siendo la misma persona. Por, ese camino no hay transformación, por ese camino no hay cambio radical.

Ser testigo es una revolución. Es un cambio radical desde las raíces mismas. Trae a la existencia un ser humano totalmente nuevo, porque deja tu conciencia libre de todos los condicionamientos.
Los condicionamientos están ahí, en el cuerpo y en la mente, pero la conciencia se mantiene sin condicionar. Es pura, siempre pura. Es virgen; su virginidad no se puede violar.


Osho

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