En realidad las personas desean lo imposible. Una mujer desea a un hombre, el más guapo, el
más poderoso del mundo, pero también desea que él solo se interese por
ella. Es algo imposible. La persona más guapa y más poderosa se
interesará por muchas otras personas, como muchas otras personas se interesarán
por ella. A un hombre le gustaría estar
con la mujer más bella del mundo, pero
también que ella le guardara fidelidad, que se dedicara exclusivamente a
él. Resulta muy difícil, prácticamente imposible.
Y recuerda lo siguiente: si una mujer te parece muy hermosa,
eso simplemente demuestra que tú no lo eres.
Y eso también te da miedo: si la mujer te parece tan bella, ¿Qué ocurre
desde el otro lado? A ella tú no le pareces tan guapo. Y surge el temor, porque a lo mejor te
deja. Todos estos problemas están ahí,
son reales. Pero estos problemas surgen
únicamente porque tu amor no es amor real, sino un juego. Si es amor real, no se piensa en el futuro, no existe ningún
problema con el futuro. El mañana no
existe para el amor real, no existe el tiempo para el amor real.
Si amas a una persona, la amas sin más. ¿A quién le importa lo que ocurra mañana? El día
de hoy es mucho, este momento es la eternidad.
El amor real pertenece al presente.
Y no lo olvides: todo lo real ha de formar parte de la
conciencia, parte del presente, parte de la meditación. ¡y entonces no hay ningún problema! Ni la atracción ni el miedo.
El amor real comparte, no explota al otro, no posee al otro. Cuando quieres poseer al otro, surge el
problema: el otro podría poseerte. Y si
el otro tiene más poder, más magnetismo, naturalmente tú serás el esclavo. Si quieres ser el amo del otro, surge el
temor de que “quizá me vea reducido a la condición de esclavo”. Si no quieres poseer al otro, nunca surgirá el temor de que el otro pueda poseerte. El amor no es posesivo.
El amor ni posee ni puede ser poseído. El verdadero amor te lleva a la
libertad. La libertad es la cima, el
valor supremo. Y el amor es lo más
cercano a la libertad; es un trampolín hacia la libertad. Eso es lo que te proporcionará la conciencia:
que hay que utilizar el amor como trampolín para la libertad. Si amas, haces libre al otro.
Y cuando haces libre al otro, el otro te hace libre.
El amor es un compartir, no una explotación. Y el amor nunca piensa en
términos de fealdad o belleza. Sí, te
sorprenderá, pero el amor no piensa en términos de fealdad o belleza. El amor únicamente actúa, reflexiona, medita,
pero nunca piensa. Sí puede ocurrir que
encajes con alguien, y de repente, todo es armonía. No se trata de belleza o fealdad, sino de
armonía, de ritmo.
Osho
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