Centrarse
en la conciencia es el dominio de la mente.
Así que no intentes «controlar la mente». El lenguaje
puede desorientarte. Nadie puede controlar, y los que intentan controlar se
Vuelven locos. Se vuelven neuróticos, porque intentar controlar la mente no es
otra cosa que una parte de la mente intentando controlar otra parte de la
mente.
¿Quién eres tú, quién está intentando controlar? Tú también
eres una ola -una ola religiosa, por supuesto-, intentando controlar la mente.
Existen olas irreligiosas: están el sexo y la ira y los celos y el afán
posesivo y el odio, y millones de olas irreligiosas. Y por otra parte, existen
olas. religiosas: la meditación, el amor, la compasión. Pero todas están en la
superficie, pertenecen a la superficie y actúan en la superficie. Da lo mismo
que sean religiosas o irreligiosas.
La
auténtica religión está en el centro, y en la perspectiva que se adquiere desde
el centro. Sentado dentro de tu casa, contemplas
tu propia superficie: todo cambia, porque tu perspectiva es nueva. De pronto te
has convertido en el amo. De hecho, adquieres tanto dominio, tanto arraigo, que
la superficie deja de preocuparte y puedes disfrutar de las olas y de las
mareas y de la tormenta. Es bello, te da energía, te da fuerza... no hay ningún
motivo para preocuparse.
Solo los
débiles se preocupan por los pensamientos. Solo los débiles se preocupan por la
mente. Las personas fuertes simplemente
absorben todo el conjunto y con ello se enriquecen. Las personas fuertes nunca
rechazan nada.
El rechazo nace de la debilidad, de tu miedo. A las personas
fuertes les gusta absorber todo lo que la vida ofrece. Religioso,
irreligioso, moral, inmoral, divino, diabólico... les da lo mismo; la persona fuerte lo
absorbe todo. Y con ello se enriquece.
Posee una profundidad completamente diferente, que la gente
religiosa normal no puede tener, porque es pobre y superficial.
Observa a las personas religiosas normales que acuden al templo
o a la mezquita o a la iglesia. Siempre encontrarás gente muy superficial, sin
nada de profundidad. Porque han
rechazado partes de ellos mismos y han quedado lisiados. En
cierto modo, están paralizados.
La mente no tiene nada de malo, los pensamientos no tienen
nada de malo. Lo que es malo es quedarse en la superficie, porque entonces no
conoces el todo y sufres innecesariamente a causa de la parte y de la
percepción parcial. Se necesita una percepción de la totalidad, y eso solo es
posible desde el centro; porque desde el centro puedes mirar a tu alrededor en
todas las dimensiones, en todas las direcciones, ver toda la periferia de tu ser.
Que es inmensa. De hecho, es igual que la periferia de la existencia. En cuanto
estás centrado, poco a poco te vas ensanchando y agrandando, y acabas siendo la
totalidad, nada menos.
Osho
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