sábado, 24 de agosto de 2013

no intentes «controlar la mente».

Centrarse en la conciencia es el dominio de la mente.
Así que no intentes «controlar la mente». El lenguaje puede desorientarte. Nadie puede controlar, y los que intentan controlar se Vuelven locos. Se vuelven neuróticos, porque intentar controlar la mente no es otra cosa que una parte de la mente intentando controlar otra parte de la mente.

¿Quién eres tú, quién está intentando controlar? Tú también eres una ola -una ola religiosa, por supuesto-, intentando controlar la mente. Existen olas irreligiosas: están el sexo y la ira y los celos y el afán posesivo y el odio, y millones de olas irreligiosas. Y por otra parte, existen olas. religiosas: la meditación, el amor, la compasión. Pero todas están en la superficie, pertenecen a la superficie y actúan en la superficie. Da lo mismo que sean religiosas o irreligiosas.

La auténtica religión está en el centro, y en la perspectiva que se adquiere desde el centro. Sentado dentro de tu casa, contemplas tu propia superficie: todo cambia, porque tu perspectiva es nueva. De pronto te has convertido en el amo. De hecho, adquieres tanto dominio, tanto arraigo, que la superficie deja de preocuparte y puedes disfrutar de las olas y de las mareas y de la tormenta. Es bello, te da energía, te da fuerza... no hay ningún motivo para preocuparse.

Solo los débiles se preocupan por los pensamientos. Solo los débiles se preocupan por la mente. Las personas fuertes simplemente absorben todo el conjunto y con ello se enriquecen. Las personas fuertes nunca rechazan nada.

El rechazo nace de la debilidad, de tu miedo. A las personas fuertes les gusta absorber todo lo que la vida ofrece. Religioso, irreligioso, moral, inmoral, divino, diabólico... les da lo mismo; la persona fuerte lo absorbe todo. Y con ello se enriquece.
Posee una profundidad completamente diferente, que la gente religiosa normal no puede tener, porque es pobre y superficial.

Observa a las personas religiosas normales que acuden al templo o a la mezquita o a la iglesia. Siempre encontrarás gente muy superficial, sin nada de profundidad. Porque han
rechazado partes de ellos mismos y han quedado lisiados. En cierto modo, están paralizados.

La mente no tiene nada de malo, los pensamientos no tienen nada de malo. Lo que es malo es quedarse en la superficie, porque entonces no conoces el todo y sufres innecesariamente a causa de la parte y de la percepción parcial. Se necesita una percepción de la totalidad, y eso solo es posible desde el centro; porque desde el centro puedes mirar a tu alrededor en todas las dimensiones, en todas las direcciones, ver toda la periferia de tu ser. Que es inmensa. De hecho, es igual que la periferia de la existencia. En cuanto estás centrado, poco a poco te vas ensanchando y agrandando, y acabas siendo la totalidad, nada menos.


Osho

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