martes, 19 de noviembre de 2013

¿Es real el Infierno? ¿Existe de verdad el Infierno?

En una ocasión vino a verme un monje jainista. Y me preguntó:
¿Es real el Infierno? ¿Existe de verdad el Infierno? En lugar de responderle, le pregunté:
—¿Y dónde crees tú que estás viviendo?

El hombre vive en el Infierno, porque el hombre está al revés. No necesitas ir a ningún estúpido profesor de yoga para aprender la postura cabeza abajo, porque ya la estás practicando. Todo está trastornado. Te han estado aturdiendo durante siglos; y en tu interior, en lugar de crearse un cosmos, se ha creado un caos. Eres una especie de locura. Todo lo que piensas que es normal no es normal en absoluto. Te parece normal porque has estado viviendo con gente desde tu niñez, y has comenzado a pensar que ésa es la única gente que existe, y que por consiguiente, debe ser gente normal.

Es como si alguien hubiera nacido en un manicomio y desde el principio sólo hubiera conocido a gente loca. Pensará que se trata de gente normal. De hecho, si alguna vez se encuentra a una persona que esté en su sano juicio se quedará perplejo, no podrá dar crédito a sus ojos. Pensará que esa persona se ha vuelto loca.

El hombre es un caos. Deja que esta idea penetre profundamente en tu corazón, porque sólo entonces surge el deseo de crear un cosmos a partir de ese caos.

En el momento en que te das cuenta de que estás cabeza abajo, sucede algo muy importante. Ahora ya no puedes seguir cabeza abajo: tienes que hacer algo, es inevitable. Tienes que actuar. Y ese mismo actuar se convierte en Religión.

La Religión está en contra de la sociedad, porque la sociedad se nutre de la llamada «locura normal» de la gente. La sociedad quiere que sus miembros sean anormales, sólo así pueden ser explotados, sólo así pueden ser reducidos a máquinas, sólo así pueden ser convertidos en esclavos... y lo son de buena gana, sin provocar ninguna revuelta.

Durante miles de años el hombre ha vivido preso. A esas prisiones les han puesto bellos nombres; les llaman iglesias, religiones, ideologías. Hay quien vive en la prisión católica y hay quien vive en la comunista; y todos alardean de que su prisión es mucho mejor.

Cualquiera que viva de acuerdo a una ideología es un prisionero porque toda ideología hace que tu conciencia sea más estrecha, toda ideología se convierte en cadenas para tu ser.

El que pertenece a un grupo —porque tiene miedo, porque ha recibido un condicionamiento, porque ha entrado en una especie de hipnosis— no es un hombre de verdad, no ha nacido todavía.

La oportunidad le ha sido dada, pero la está desperdiciando.

Te han enseñado valores que no son valores de verdad; te han enseñado cosas que básicamente son venenos. Por ejemplo, te han enseñado a no amarte a ti mismo. Y te lo han repetido tantas veces, que la cuestión parece ser un simple hecho, una verdad. Pero un hombre que es incapaz de amarse a sí mismo será incapaz de amar a ningún otro. El hombre que no puede amarse a sí mismo no puede amar en absoluto.

Te han enseñado a ser altruista y a nunca ser egoísta. Y la cosa aparenta ser muy hermosa, pero sólo lo aparenta. En realidad, esa enseñanza está destrozando tus raíces.

Sólo una persona verdaderamente egoísta puede ser altruista; uno que no está enraizado en sí mismo, que no es egoísta, tampoco tiene interés en ningún otro. Si no puede quererse a sí mismo, ¿cómo va a querer a otro?

Una persona así es un suicida; naturalmente, se convertirá en homicida.


Tu sociedad entera, hasta ahora, ha sido una sociedad de asesinos. Unos cuantos cometen suicidio, se hacen santos; algunos más se dedican a cometer asesinatos, llegan a ser grandes políticos, grandes líderes: Genghis Khan, Hadir Shah, Tamerlán, Alejandro Magno, Napoleón, Adolf Hitler, Stalin, Mao. Pero los dos tipos de personas son neuróticos, los dos están enfermos.

Osho

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