lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Por qué la gente vacila tanto?....No vaciles


Tu mente vacilará. La mente es vacilación, la mente siempre está dudando, la mente siempre está en la situación de «ser o no ser». Si de verdad quieres crecer, madurar; si de verdad quieres saber lo que es la vida, no vaciles. ¡Comprométete! ¡Implícate! Implícate con la vida, comprométete con la vida, no seas un espectador. No sigas dudando entre hacer o no hacer.

¿Debería hacer esto o lo otro? Puedes seguir vacilando toda tu vida, y cuanto más lo hagas, más experto te volverás en vacilar.

La vida es para aquellos que saben cómo comprometerse, cómo decir sí a algo, cómo decir no a algo, con decisión, categóricamente. Una vez que has dicho categóricamente sí o no a algo, entonces puedes dar el salto, entonces puedes bucear profundamente en el océano.

La gente está sentada en la valla. Millones de personas se pasan la vida en la valla ¿aquí, o allá?, esperando a que venga la oportunidad. Y la oportunidad no va a venir nunca, porque ya ha venido, ya está ahí.

Mi sugerencia es que aunque a veces te equivoques al hacer algo es mejor hacerlo; porque el día en que sepas que se trataba de un error puedes dejarlo. Al menos habrás aprendido una cosa: que te has equivocado, y que nunca volverás a meterte en algo parecido. Es una gran experiencia; es una experiencia que te acerca a la verdad.

¿Por qué la gente vacila tanto? Porque desde la niñez te han dicho que no debes cometer errores. Esta es una de las enseñanzas más importantes en todas las sociedades del mundo. Y es una enseñanza muy peligrosa, muy dañina. Permite que los niños cometan tantos errores como sea posible, con sólo una condición: que no cometan el mismo error de nuevo, nada más. Y así los niños crecerán, y experimentarán más y más, y no vacilarán. Si no, aparece el temblor... y el tiempo pasa, el tiempo se escapa de tus manos, y tú sigues vacilando.

Veo a muchos que permanecen en la orilla, vacilando; no saben si dar el salto o no. Aquí sucede todos los días.


Precisamente el otro día, un hombre joven vino a verme. Durante tres años había estado dudando si tomar sannyas o no. Le dije: «¡Decídete! Sí, o no; y acaba con ello. Y no te digo que decidas que sí, sólo te digo que decidas. El "no" es tan bueno como el "sí". Pero ¿desperdiciar tres años? Si hubieras tomado sannyas hace tres años», le dije, «ahora sabrías si sannyas merece la pena o no; al menos una cosa estaría decidida. Vacilando tres años, no se ha decidido nada. Estás en la misma situación, y han transcurrido tres años.»

Osho

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