sábado, 30 de noviembre de 2013

No alardees


Atisha es realmente hermoso; muy telegráfico. Parece que en sus sutras esté dando saltos cuánticos, parece como si no estuvieran relacionados. Pero no es así, existe una relación interna entre ellos; porque cuando esta visión psicodélica te suceda, empezarás a alardear. Cuando esta conciencia te suceda, vas a sufrir también el penúltimo de los asaltos del ego. Es inevitable. Empezarás a creerte mejor que los demás. Empezarás a comportarte como un santo, empezarás a sentir, empezarás a exhibir, que no eres un mortal común y corriente, que eres extraordinario, que no eres de este mundo, que eres transcendental.

Y aunque todas estas cosas son ciertas, Atisha dice: por favor, no alardees. No dice que estés mintiendo. Todas esas cosas son verdad; cuando la conciencia sucede, los milagros empiezan a ocurrir. Cada momento se convierte en un milagro tal... y empiezas a volar alto, empiezas a alcanzar nuevas cimas en todo. Todo lo que haces se convierte en gran deleite y la vida adquiere un aspecto divino por dondequiera que vayas. Y comprobarás también que allí donde vas, aportas algo de lo sagrado. No es que estas cosas sean mentira, estas cosas te suceden. Pero si empiezas a alardear, todo eso desaparecerá, porque el ego habrá entrado de una manera sutil, sin que hayas podido examinarlo ni investigarlo.

Ahora el ego cabalgará sobre tus experiencias espirituales. Ahora uno tiene que ser muy cuidadoso. El que no medita puede descuidarse, se lo puede permitir, porque no tiene nada que perder. Pero el meditador no puede ser descuidado, tiene mucho que perder. Ahora hay tesoros y pueden perderse en un segundo.

Cuando empiezas a entrar en los reinos superiores puedes caer muy fácilmente, y la caída será espectacular. Si te caes andando por M. G. Road no hay mucho peligro, pero caerse desde el Everest es muy peligroso, quizá no logres sobrevivir.

Así que aquellos que empiezan a entrar en el mundo de la meditación tienen que aprender a ser muy cuidadosos. El camino es angosto, y justo a su orilla hay un gran abismo. Un simple paso en falso y caerás; y caerás de mala manera. Puede llevarte años, o incluso vidas, el alcanzar de nuevo la misma altura. Y si caes desde un cierto punto, la tendencia es a caer de nuevo desde el mismo punto; caer desde ahí se convierte en hábito.

Mi observación es ésta: que los meditadores crean hábitos para caer siempre desde una determinada etapa, de tal manera que cuando ese estado viene de nuevo, caen. Se necesita gran esfuerzo para llegar hasta ahí otra vez, pero ahora ese punto es el lugar donde la mente de repente da el paso en falso, de manera habitual, mecánica. Así que es mejor ser consciente cuando por primera vez te dirijas hacia arriba, para que no se cree en ti ningún hábito de caída.


No alardees

Osho

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