Hay tres dificultadas en
hacerse consciente. Entenderlas es esencial para todo el que busca. De hecho, todo el mundo se hace
consciente, pero sólo cuando el acto ha terminado. Te enojaste, le diste una
bofetada a tu mujer o le tiraste una almohada a tu marido. Después, cuando el
acaloramiento ha pasado, cuando el momento ha pasado, te vuelves consciente.
Pero ahora ya no tiene sentido, ahora ya no se puede hacer nada. Lo que se ha
hecho ya no se puede deshacer, ahora es demasiado tarde.
Tres cosas hay que recordar, dice Atisha. Una es:
hacerse consciente cuando el acto está sucediendo. Esa es la primera dificultad
para la persona que quiere hacerse consciente: tomar conciencia en el acto
mismo.
La ira se encuentra ahí, como humo dentro de ti. El
hacerse consciente en su espesura es la primera dificultad, pero no es
imposible. Sólo un poco de esfuerzo y lo lograrás.
Al principio, comprobarás: te haces consciente
cuando la ira se ha ido y todo se ha calmado, te vuelves consciente a los
quince minutos.
Sigue intentando... Te harás consciente a los cinco
minutos. Sigue intentando... Y te harás consciente justo cuando la ira se está
evaporando. Inténtalo un poco más... Y te harás consciente exactamente en la
mitad del suceso. Y ése es el primer paso: sé consciente en el acto.
A continuación, el segundo paso, que es incluso más
difícil, porque ahora te metes en aguas más profundas... el segundo paso, o la
segunda dificultad, es lo que Atisha llama: recordar antes del acto. Cuando el
acto todavía no ha sucedido pero es ya un pensamiento en tu interior; el acto
todavía no se ha llevado a cabo, pero ya se ha convertido en un pensamiento en
tu mente. Está ahí, potencialmente, como una semilla; se puede convertir en
acto en cualquier momento.
Ahora vas a necesitar una conciencia un poco más
sutil. El acto es una cosa tosca: golpeaste a la mujer. Puedes hacerte
consciente cuando estás golpeando; pero la idea de golpear es mucho más sutil.
Miles de ideas pasan continuamente por la mente, ¿quién les presta atención? Las ideas siguen y siguen, el
tráfico continúa. Pero la mayoría de esas ideas nunca llegan a ser
actos.
Esta es la diferencia entre el pecado y el crimen.
Crimen es cuando algo se convierte en acto. Ningún tribunal puede castigarte
por un pensamiento. Puedes pensar en asesinar a alguien pero ninguna ley te
puede castigar por ello. Puedes disfrutar, puedes
soñar; pero sólo estás bajo ley cuando actúas, cuando haces algo y el
pensamiento se transforma en acto; entonces ese acto se convierte en crimen.
Pero la Religión profundiza más. La Religión dice
que una vez que piensas algo malo, ya es pecado. El que lo lleves a la práctica
o no, no importa. Tú ya lo has llevado a cabo en tu fuero interno, y eso te
afecta, eso te contamina, eso te mancilla.
La segunda dificultad, dice Atisha, es atrapar al
pensamiento cuando está surgiendo en ti. Esto puede hacerse, y sólo puede hacerse cuando has cruzado la primera barrera, porque
el pensamiento no es muy sólido. Pero aun así, es lo suficientemente
sólido como para que lo veas; sólo tienes que practicar un poco. Sentado, en
silencio, simplemente observa tus pensamientos. Mira todos los matices del
pensamiento: cómo surge, cómo toma forma, cómo permanece, cómo se anida y cómo
te abandona después.
El pensamiento se convierte en huésped, y después,
llegado el momento, te abandona. Y muchos pensamientos vienen y van; tú eres el
posadero en un lugar donde muchos pensamientos vienen y van. Observa nada más.
Al principio mismo no lo intentes con pensamientos
difíciles, inténtalo con pensamientos simples. Eso lo hará más sencillo; porque
el proceso es el mismo. Siéntate en el jardín, cierra los ojos y ve todo
pensamiento que pase. Y los pensamientos siempre están pasando.
Un perro ladra en la vecindad, e inmediatamente un
proceso de pensamientos sucede en tu
interior. De repente, recuerdas un perro que tuviste cuando eras pequeño
y ¡cuánto quisiste a aquel perro!, y después el perro murió, y ¡cuánto
sufriste!
Entonces llega la idea de la muerte y olvidas al
perro, pero recuerdas la muerte de tu madre. Y con la idea de la madre, de
repente, recuerdas a tu padre. Y las cosas siguen y siguen.
Y todo el proceso lo desencadenó un perro estúpido que
ni siquiera sabe que tú estás sentado en el jardín, que sencillamente ladra,
porque no sabe qué otra cosa hacer para mantenerse ocupado. Su ladrar es una
forma de hacer política: su política, su política de fuerza.
Por eso los perros están muy en contra de los
uniformes. Un policía, un cartero, un sannyasin... Y el perro se pone muy
furioso. Los perros no toleran los uniformes. ¿Cómo te atreves a andar con
uniforme? ¿Estás intentando dominarlos? Los perros se ponen muy furiosos con
los policías y la gente por el estilo.
El perro no sabía nada de ti, no te ha ladrado
especialmente a ti; pero una cadena se ha disparado. Observa estas cadenas
simples y después, poco a poco, inténtalo con cosas más conectadas con las
emociones.
Estás enojado, sientes avaricia, sientes celos...
Atrápate en el medio del pensamiento. Esa es la segunda dificultad.
Y la tercera dificultad es atrapar el proceso que
finalmente trae como resultado el acto antes de que se convierta en
pensamiento. Esto es lo más difícil; ahora mismo ni siquiera puedes concebirlo.
Antes de que algo se convierta en pensamiento es un
sentimiento. Estas son las tres cosas: el sentimiento viene primero, después
viene el pensamiento y después viene el acto.
Quizá no seas consciente de que todo pensamiento es
producido por un cierto sentimiento. Si no hay sentimiento, el pensamiento no
aparece. El sentimiento toma cuerpo en pensamiento, el pensamiento toma cuerpo
en acto.
Ahora tienes que hacer casi lo imposible: atrapar a
un cierto sentimiento. ¿No lo has observado algunas veces? No sabes por qué te
sientes molesto, no hay realmente ningún pensamiento que lo cause, pero te
sientes molesto. Algo se está preparando de manera subterránea, algún
sentimiento está ganando fuerza.
A veces te sientes triste. No hay razón para que te
sientas así, y tampoco hay pensamiento que lo provoque; aun así, la tristeza
está ahí, como una sensación generalizada. Eso significa que un sentimiento
está tratando de emerger a la superficie, la semilla del sentimiento está
enviando sus hojas desde el suelo.
Si eres capaz de hacerte consciente del pensamiento,
entonces, tarde o temprano, serás consciente de los sutiles matices del
sentimiento. Estas son las tres dificultades.
Atisha dice:
Supera las tres dificultades
Y si puedes hacer estas tres cosas, de repente
entrarás en el núcleo más profundo de tu ser.
La acción es lo más lejano del ser, después viene el
pensamiento, después viene el sentimiento. Y en el sentimiento, escondido en el
sentimiento, está tu ser. Ese ser es universal. Ese ser es la meta de todos los
meditadores, la meta de todos aquellos que rezan. A ese ser puedes llamarle Dios, atman,
yo, no-yo; llámalo como quieras, pero ésa es la meta. Y hay que pasar
estas tres barreras. Estas tres barreras
son como tres círculos concéntricos alrededor del centro de tu ser.
Osho
No hay comentarios:
Publicar un comentario