martes, 19 de noviembre de 2013

Supera las tres dificultades


Hay tres dificultadas en hacerse consciente. Entenderlas es esencial para todo el que busca. De hecho, todo el mundo se hace consciente, pero sólo cuando el acto ha terminado. Te enojaste, le diste una bofetada a tu mujer o le tiraste una almohada a tu marido. Después, cuando el acaloramiento ha pasado, cuando el momento ha pasado, te vuelves consciente. Pero ahora ya no tiene sentido, ahora ya no se puede hacer nada. Lo que se ha hecho ya no se puede deshacer, ahora es demasiado tarde.

Tres cosas hay que recordar, dice Atisha. Una es: hacerse consciente cuando el acto está sucediendo. Esa es la primera dificultad para la persona que quiere hacerse consciente: tomar conciencia en el acto mismo.

La ira se encuentra ahí, como humo dentro de ti. El hacerse consciente en su espesura es la primera dificultad, pero no es imposible. Sólo un poco de esfuerzo y lo lograrás.

Al principio, comprobarás: te haces consciente cuando la ira se ha ido y todo se ha calmado, te vuelves consciente a los quince minutos.

Sigue intentando... Te harás consciente a los cinco minutos. Sigue intentando... Y te harás consciente justo cuando la ira se está evaporando. Inténtalo un poco más... Y te harás consciente exactamente en la mitad del suceso. Y ése es el primer paso: sé consciente en el acto.

A continuación, el segundo paso, que es incluso más difícil, porque ahora te metes en aguas más profundas... el segundo paso, o la segunda dificultad, es lo que Atisha llama: recordar antes del acto. Cuando el acto todavía no ha sucedido pero es ya un pensamiento en tu interior; el acto todavía no se ha llevado a cabo, pero ya se ha convertido en un pensamiento en tu mente. Está ahí, potencialmente, como una semilla; se puede convertir en acto en cualquier momento.

Ahora vas a necesitar una conciencia un poco más sutil. El acto es una cosa tosca: golpeaste a la mujer. Puedes hacerte consciente cuando estás golpeando; pero la idea de golpear es mucho más sutil. Miles de ideas pasan continuamente por la mente, ¿quién les presta atención? Las ideas siguen y siguen, el tráfico continúa. Pero la mayoría de esas ideas nunca llegan a ser actos.

Esta es la diferencia entre el pecado y el crimen. Crimen es cuando algo se convierte en acto. Ningún tribunal puede castigarte por un pensamiento. Puedes pensar en asesinar a alguien pero ninguna ley te puede castigar por ello. Puedes disfrutar, puedes soñar; pero sólo estás bajo ley cuando actúas, cuando haces algo y el pensamiento se transforma en acto; entonces ese acto se convierte en crimen.

Pero la Religión profundiza más. La Religión dice que una vez que piensas algo malo, ya es pecado. El que lo lleves a la práctica o no, no importa. Tú ya lo has llevado a cabo en tu fuero interno, y eso te afecta, eso te contamina, eso te mancilla.

La segunda dificultad, dice Atisha, es atrapar al pensamiento cuando está surgiendo en ti. Esto puede hacerse, y sólo puede hacerse cuando has cruzado la primera barrera, porque el pensamiento no es muy sólido. Pero aun así, es lo suficientemente sólido como para que lo veas; sólo tienes que practicar un poco. Sentado, en silencio, simplemente observa tus pensamientos. Mira todos los matices del pensamiento: cómo surge, cómo toma forma, cómo permanece, cómo se anida y cómo te abandona después.

El pensamiento se convierte en huésped, y después, llegado el momento, te abandona. Y muchos pensamientos vienen y van; tú eres el posadero en un lugar donde muchos pensamientos vienen y van. Observa nada más.

Al principio mismo no lo intentes con pensamientos difíciles, inténtalo con pensamientos simples. Eso lo hará más sencillo; porque el proceso es el mismo. Siéntate en el jardín, cierra los ojos y ve todo pensamiento que pase. Y los pensamientos siempre están pasando.

Un perro ladra en la vecindad, e inmediatamente un proceso de pensamientos sucede en tu interior. De repente, recuerdas un perro que tuviste cuando eras pequeño y ¡cuánto quisiste a aquel perro!, y después el perro murió, y ¡cuánto sufriste!

Entonces llega la idea de la muerte y olvidas al perro, pero recuerdas la muerte de tu madre. Y con la idea de la madre, de repente, recuerdas a tu padre. Y las cosas siguen y siguen.

Y todo el proceso lo desencadenó un perro estúpido que ni siquiera sabe que tú estás sentado en el jardín, que sencillamente ladra, porque no sabe qué otra cosa hacer para mantenerse ocupado. Su ladrar es una forma de hacer política: su política, su política de fuerza.

Por eso los perros están muy en contra de los uniformes. Un policía, un cartero, un sannyasin... Y el perro se pone muy furioso. Los perros no toleran los uniformes. ¿Cómo te atreves a andar con uniforme? ¿Estás intentando dominarlos? Los perros se ponen muy furiosos con los policías y la gente por el estilo.

El perro no sabía nada de ti, no te ha ladrado especialmente a ti; pero una cadena se ha disparado. Observa estas cadenas simples y después, poco a poco, inténtalo con cosas más conectadas con las emociones.

Estás enojado, sientes avaricia, sientes celos... Atrápate en el medio del pensamiento. Esa es la segunda dificultad.

Y la tercera dificultad es atrapar el proceso que finalmente trae como resultado el acto antes de que se convierta en pensamiento. Esto es lo más difícil; ahora mismo ni siquiera puedes concebirlo.

Antes de que algo se convierta en pensamiento es un sentimiento. Estas son las tres cosas: el sentimiento viene primero, después viene el pensamiento y después viene el acto.

Quizá no seas consciente de que todo pensamiento es producido por un cierto sentimiento. Si no hay sentimiento, el pensamiento no aparece. El sentimiento toma cuerpo en pensamiento, el pensamiento toma cuerpo en acto.

Ahora tienes que hacer casi lo imposible: atrapar a un cierto sentimiento. ¿No lo has observado algunas veces? No sabes por qué te sientes molesto, no hay realmente ningún pensamiento que lo cause, pero te sientes molesto. Algo se está preparando de manera subterránea, algún sentimiento está ganando fuerza.

A veces te sientes triste. No hay razón para que te sientas así, y tampoco hay pensamiento que lo provoque; aun así, la tristeza está ahí, como una sensación generalizada. Eso significa que un sentimiento está tratando de emerger a la superficie, la semilla del sentimiento está enviando sus hojas desde el suelo.

Si eres capaz de hacerte consciente del pensamiento, entonces, tarde o temprano, serás consciente de los sutiles matices del sentimiento. Estas son las tres dificultades.
Atisha dice:

Supera las tres dificultades

Y si puedes hacer estas tres cosas, de repente entrarás en el núcleo más profundo de tu ser.

La acción es lo más lejano del ser, después viene el pensamiento, después viene el sentimiento. Y en el sentimiento, escondido en el sentimiento, está tu ser. Ese ser es universal. Ese ser es la meta de todos los meditadores, la meta de todos aquellos que rezan. A ese ser puedes llamarle Dios, atman, yo, no-yo; llámalo como quieras, pero ésa es la meta. Y hay que pasar estas tres barreras. Estas tres barreras son como tres círculos concéntricos alrededor del centro de tu ser.



Osho

No hay comentarios:

Publicar un comentario