Al ego se le llama el demonio celestial. Cada
momento de tu vida tiene que convertirse en un recordatorio continuo de que el
ego es muy sutil y de que regresa una y otra vez de la forma más astuta.
Recuérdalo constantemente. El ego te sigue hasta el final, mantiene las
esperanzas de que caigas en la trampa hasta el ultimísimo momento. Sé
consciente de ello.
En las escrituras cristianas, mahometanas y judías
al ego se le llama el demonio. Se trata de tu propia mente, el centro mismo de
tu propia mente.
Al principio, prueba a vivir sin «yo» por algunos
momentos.
Estás cavando un hoyo en el jardín, simplemente cava
el hoyo, conviértete en el cavar y olvídate de que «yo lo estoy haciendo». Deja que se evapore el que lo hace. Sudarás bajo
el sol, y no habrá quién lo baga; y el cavar continuará. Y te vas a
admirar de lo divina que es la vida cuando el ego desaparece aunque sólo sea
por un instante.
Al ducharte, deja que el agua caiga sobre ti, pero
no te quedes ahí como «yo». Relájate, deja el «yo»; y te admirarás. La ducha no
sólo refresca tu cuerpo, sino que refresca
también tu núcleo más interno.
Y si buscas, en la vida diaria encontrarás muchos
momentos en los que se puede dejar el ego a un lado. Y la alegría de ello es tan
grande, que una vez que lo has probado querrás hacerlo una y otra vez. Y poco a
poco, te vuelves capaz de desconectar el ego y de mantenerlo así a no ser que
sea absolutamente necesario.
Y después, llega también el día dichoso en que sabes
que el ego no es necesario en absoluto. Y le
dices el último adiós. El día en que muere
el ego, has alcanzado el punto del no-yo. Ése es tu verdadero ser. El no
ser es tu verdadero ser. No ser es ser por primera vez.
Osho
Gracias maestro Osho por su sabiduría.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Gracias
ResponderEliminarEsto lo dice el sol que corre por mis venas: Te amo.
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